junio 15, 2025

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      junio 14, 2025

      YO NACÍ EN FUNDACIÓN: COSTUMBRES DEL AYER





      Por: Joaquín Villa Calvano 

      Yo nací en Fundación, y me crié en el barrio Centro, a los alrededores del Parque 7 de Agosto, donde LA FAMILIA era el comienzo de todo. No había dramas porque las situaciones se cortaban de raíz... y borrón y cuenta nueva!.

      Si te portabas mal te daban un chancletazo o varios, y si te ponías malcriado y contestón te daban en la boca y en caso de sangrar nuestras madres nos untaban de tomate y azúcar. Los niños NO discutían con sus padres, los padres eran la ley!

      Los primos eran tus hermanos, y los compañeros del colegio tus primos. Los profesores eran modelo y no se les faltaba el respeto.

      Mis Padres me enseñaron a saludar, a despedirme, a decir gracias y a pedir permiso. Y Jummmmm... a entender el lenguaje de los ojos! 👀.

      Salíamos a jugar con los vecinos de la cuadra. Todos juntos, era toda una aventura!...

      Nos subíamos a los árboles a coger mangos, mamones, nísperos peras, grocellas, almendras y guayabas. 

      Las niñas jugaban a la comidita con las hojitas de los palos, también reinados, y bautizaban las muñecas.

      Comíamos lo que nuestras madres cocinaban y PUNTO!: granos, pollo, carne, pescado, verduras, frutas, sopita y seco. 

      Por las mañana, casi todos los días... esperábamos a NICO, el vendedor de guineos maduros, nos pegábamos a su ferry y él nos regalaba guineos. 

      Por las tardes merendábamos un raspao, o un helado de cono al son de la campanita del mismo (cuando se acercaba el primer adulto al carrito, éste terminaba comprándole a TODOS los niños de la cuadra.

      Nos gustaba hacer los mandados a la tienda del sr. Fermín, ya que siempre nos daba una "ÑAPA".

      Y ni se diga de las panochas cuando pasaba el carretillero pregonando: pan, pan, pan 🎵🎵 Las paletas o bolis de agua, el peto, las alegrías, los bollos !!!

      Jugamos a fútbol, béisbol, boliche, el yoyo, la pirinola, la botella, el trompo, el escondite, la peregrina, a brincar la cuerda, la lleva, que pase el rey, a recorrer el mundo, al escondido, a stop (destreza motora gruesa), a los jazzes (destreza motora fina)..., o muchas horas a la orilla de nuestro orgulloso Río Fundacion...

      Podíamos caminar de arriba para abajo o nos montábamos en nuestras bicicletas Monareta o Chopper (el que tuviera), patinábamos e íbamos a jugar a casa de un vecino (y no entrábamos a los cuartos).

      No teníamos miedo a nada (cuando se iba la luz nos sentábamos con la familia en las terrazas a oír cuentos y mirar al cielo estrellado hasta que los más pequeños nos dormíamos). 

      Respetábamos a nuestros ancianos o personas mayores. Se nos enseñó el respeto por los demás y por la propiedad ajena.

      No se hablaba si un adulto estaba conversando. 

      Las contadas peleas eran a puños, y eso mientras nos nos separaban.

      Los niños no teníamos armas, excepto revólveres de palo o de fulminantes para jugar a los vaqueros!

      En Carnavales echábamos maizena y el miércoles de ceniza echábamos agua o tirábamos bolsitas de agua, y nunca hubo problema alguno... Como gozábamos!!!

      Cuando se hacía de noche sabíamos que era hora de entrar, con un llamado de nuestra mamá o un chiflido de nuestro papá.

      Nos encantó ir al Colegio, teníamos amor, cariño y respeto por los profesores!

      De la boca de nuestros ancianos escuchábamos historias y consejos. Sabíamos que si le faltábamos el respeto a algún adulto nos darían un correazo, nalgada, cocotazo, jada de patilla, muchas veces con el rejo de Martín Moreno, la chancleta voladora, la regla, o una buena pela con la mano.

      Cuando pasaba un avión, todos los niños salíamos a verlo y le gritábamos a voz en cuello : Adioooos! Adioooos! Jejejejeje

      Y ni se diga de bañarse en un aguacero debajo de los chorros; eso era diversión pura!!!.

      Íbamos a la casa de nuestros vecinos donde nos daban comida a todos! Nadie cogía nada sin permiso y no se hacía desorden porque siempre nos ponían a recogerlo.

      Conocíamos a todos los de la cuadra y de pronto a los de tres o cuatro cuadras más allá, y TODOS, nos echaban ojo!.

       Esperábamos con ansias la época de Navidad {8-24-31}, era la época era la más hermosa de nuestra niñez.

      Como me gustaría que pudieramos volver a esos tiempos...

      Porque estamos perdiendo a nuestros hijos en una sociedad sin respeto a la autoridad, sin valores.












      P. JESÚS EMEL ARÉVALO TORRADO

       

      Párroco de Fundación entre 1973 y 1993

      P. Arévalo


      El Padre Jesús Emel Arévalo Torrado, nació en la Playa de Belén, Norte de Santander, el 5 de Mayo de 1921.

      Murió en Abrego, Norte de Santander, el 27 de marzo del 2000.

      Fue ordenado sacerdote el 23 de junio de 1946, en la Catedral de Santa Marta de manos de Mons. Bernardo Botero Álvarez.

      Inició sus formación clerical en el seminario de Ocaña, y terminó sus estudios teológicos en Santa Marta.

      El territorio de la Diócesis de Santa Marta, antes de 1962, estuvo integrada por lo que hoy es el Departamento del Magdalena, y por algunos municipios que hoy conforman la Diócesis de Ocaña. El 26 de octubre de 1962 mediante la bula Quoniam arcana del papa Juan XXIII, erigió la diócesis de Ocaña, obteniendo territorios de la diócesis de Santa Marta y del vicariato apostólico de Barrancabermeja (hoy diócesis de Barrancabermeja). Esta es la razón por la que al momento de la separación de estas dos diócesis varios de los sacerdotes de la provincia de Ocaña continuaron incardinados en la diócesis de Santa Marta, entre ellos, el P. Arévalo, el P. Ortiz, el P. Puentes...


      En Pivijay

      Con las hermanas Lauritas en Pivijay

      El Padre Arévalo a sus 28 años fue nombrado párroco de la Iglesia San Fernando del municipio de Pivijay, desde donde también atendía a Salamina. En esta parroquia ejerció su ministerio en dos ocasiones: del 23 de julio de 1949 hasta 1953, y desde el 19 de marzo de 1960 hasta el 26 de marzo de 1973. 

      En este municipio se le recuerda por su incansable labor pastoral por las intransitables vías rurales de ese municipio a lomo de caballo, también por haber llevado a las hermanas Lauritas a que abrieran una casa y un colegio, y por enfrentarse con su recio carácter nortesantandereano a las malas costumbres, por eso en una ocasión sufrió un atentado a bala estando en la casa cural, por fortuna en esos momentos estaba ubicado en otro lugar de la vivienda rezando el breviario, la causa de ese atentado fue su oposición a la apertura de un burdel en esa ciudad. 

      En Fundación

      De Pivijay salió para Fundación, cuando monseñor Javier Naranjo Villegas lo nombró párroco de la Iglesia San Rafael. En esta parroquia estuvo desde el 27 de marzo de 1973, hasta el 30 de junio de 1993, por veinte años ejerció su ministerio sacerdotal en esta ciudad.

      El Fundación se le recuerda por su recio temperamento en sus homilías, llamando las cosas por su nombre, pero a la vez por su trato apacible en lo personal. Era usual verlo a diario visitando familias en sus hogares, compartiendo con ellos y brindándole los auxilios sacerdotales.

      Por la escasez de clero atendía también varias poblaciones de los alrededores, como San Ángel, Algarrobo, Monterrubio, Doña María, Santa Rosa, Bellavista, entre otras. 

      Era un hombre que le gustaba el campo, tuvo predios dedicados a la ganadería y al cacao. Le encantaba montar a caballo, era habitual verlo cabalgar por las calles de Fundación en las fiestas patrias y en la feria ganadera. 

      Tenía un sentido compromiso por lo social, por esta razón hizo parte del Club de Leones y de la Defensa Civil.

      Dado el crecimiento vertiginoso de Fundación, el padre Arévalo se dio a la tarea de promover la construcción de dos nuevos templos que luego fueron parroquias: la Parroquia María Auxiliadora y la del Señor de los Milagros. Estuvo en la bendición de la primera piedra de ambos templos; en 1986 María Auxiliadora, y en 1993 en la del Señor de los Milagros.

      A lo largo de su tarea pastoral siempre contó con la ayuda de su prima Ana Dilia Arévalo Montagout, quien falleció un 8 de nov. de 2003 en Abrego.

      Muerte

      A raíz del vil asesinado de don Hernán Gómez Peláez (junio del 2002), el Padre Arévalo dada su estrecha amistad que tenía con este dirigente político y comercial, comenzó a experimentar grandes cambios en su salud, al punto que comenzó a perder la memoria, por esta razón le pidió a mons. Ugo Pucini Banfi que le permitiera volver a su tierra para pasar sus últimos años rodeado de su familia, y fue así como en junio del 2003, a sus 72 años, partió para Abrego. En esta ciudad en 1996 celebró sus 50 años de sacerdocio (una nutrida delegación de Fundación asistió). 

      También presentó cáncer de piel, y con la perdida total de su memoria y una notoria ulcera de piel (escaras) producto de una larga estancia en cama,  falleció un 27 de marzo del 2000, a sus 79 años de edad. Sus restos se encuentran en el cementerio de esa ciudad.
       
      Registros gráficos




      ANA DILIA ARÉVALO MONTAGOURT






      Bendiciendo a Sergio Ramírez

      Con su amigo y copartidario, 
      don Hernán Gómez









      Escribenos: esquinadelprogreso@gmail.com