marzo 19, 2017

EL OCASO DE LA ZONA BANANERA




Al poco tiempo de la masacre de las bananeras, el Gobierno Nacional destruyó la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, USTM, y los intentos por conformar una nueva organización sindical que la reemplazara fue un fracaso, puesto que la Región se mantuvo en una especie de ley marcial.

Como la gran huelga de 1928 no consiguió su principal fin, que era el de lograr contratos formales con la compañía norteamericana, se planearon nuevas huelgas en 1929 y en febrero de 1930, pero no prosperaron por la intervención de la Policía, por tanto, la Sociedad Unión, que había pactado un acuerdo con la UFC, se fortaleció y continuó en representación oficial de los trabajadores.


El nuevo presidente de Colombia (1930 – 1934), Enrique Olaya Herrera, tampoco aportó a los huelguistas y movimientos obreros, por lo contrario, fue notorio su apoyo con la United Fruit Company, puesto que, entre otras cosas, tuvo que afrontar una situación económica inestable en el país, a causa de la Gran Depresión de 1929, que inició en Estados Unidos con la caída de la bolsa del 29 de octubre de dicho año, conocido como Martes Negro, aunque cinco días antes se había producido el Jueves Negro, y rápidamente se extendió a diferentes países del mundo.

Así, la Gran Depresión de 1929, tuvo efectos devastadores, pues el comercio internacional descendió entre un 50 y un 66 %; el desempleo en los Estados Unidos aumentó en un 25 % y en otros países alcanzó el 33 %. Igualmente, la agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó casi un 60 % y las zonas dependientes de las industrias del sector primario, con tan pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.

Según el economista Joaquín Viloria, los episodios de la masacre desprestigiaron al Estado y fue uno de los hechos decisivos, junto a la crisis económica de 1929, que incidieron para poner fin a la hegemonía conservadora, que había mantenido el poder durante más de cuatro décadas, pero, que la autorización del uso desproporcionado de la fuerza por parte de los militares en contra de la clase obrera, le afectó de sobremanera, y en 1930, el candidato liberal, Olaya Herrera se llevó el triunfo.

Igualmente, se destaca en el texto de Viloria, que, aunque el Partido Liberal tenía lazos con las organizaciones comunistas y socialistas, los trabajadores del Magdalena no vieron cambios radicales con el nuevo Gobierno liberal de Enrique Olaya. Y fue cuando llegó el nuevo mandato en 1934, de Alfonso López Pumarejo, que la situación tuvo un cambio drástico.

“Durante el Gobierno de López (1934-1938) los sindicatos contaron con la ayuda del Estado y protección de la Policía Nacional. El fuerte apoyo del presidente al sindicalismo lo hacía adorable para la izquierda radical y le ayudó a obtener el apoyo de la clase trabajadora. Ningún presidente colombiano había invitado a un líder sindicalista comunista a dar un discurso desde el balcón presidencial ni había visto manifestaciones de los partidos Comunista y Socialista donde la gente cantara ¡Viva el presidente!”.



NO MÁS CIÉNAGA

Según el escritor cienaguero Guillermo Henríquez Torres, quien ganó un premio internacional a la investigación, en el año 2014, por su obra ‘Ciénaga en las claves de Cien años de soledad’, luego de la masacre la compañía norteamericana detestó al municipio de Ciénaga.

“Antes de la masacre, las oficinas de UFC se ubicaban en la plaza de Ciénaga, donde ahora queda una heladería y una fundación, pero luego del lamentable suceso, la United no quiso saber nada de dicho municipio y no construyó el hospital que le había prometido, sino que los hizo en Sevilla y en Santa Marta.

Yo veía pasar a los gringos de largo, quienes iban desde Santa Marta a la Zona Bananera, sin entrar a Ciénaga, hasta que fueron los carnavales de 1956 y volvieron a entrar al municipio, pero solo a bailar en esas fiestas”, reiteró Henríquez.

PRIMERA HUELGA LUEGO DE LA MASACRE

La primera huelga bananera después de 1928 fue en 1934, el primer año de López Pumarejo como presidente, quien intervino personalmente ante aquella situación y presionó a la United Fruit Company para que negociara con los trabajadores.

Por tanto, luego de algunas conversaciones, se firmó el Pacto Auli-Garcés Navas, en el que finalmente se reconocía a las personas que trabajaban para la Compañía como sus propios trabajadores, se aceptaba al sindicato como el representante de los trabajadores (uno diferente a Sociedad Unión) y se comprometía a trabajar sobre el nuevo código laboral que incluía un pago extra por trabajar los domingos y una jornada de 8 horas, en resumen, la mayoría de las exigencias de las peticiones de 1928.

“En 1935, con el apoyo del presidente López, un grupo de liberales, junto con algunos comunistas y unos cuantos anarquistas, formaron la Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC, considerada como una de las organizaciones más importantes en la historia del sindicalismo colombiano”, aseguró Marcelo Bucheli en su texto ‘Después de La Hojarasca’.

Así, bajo el nuevo marco legal que instituyó López en pro de la legislación laboral en el campo y del movimiento obrero, el modelo institucional colombiano tomó un rumbo diferente y se reivindicó el derecho de los trabajadores.

Además, lo empleados no insistieron en la petición de la eliminación del sistema de vales y la Compañía mantuvo este medio de pago, aunque les daba la opción de recibir el sueldo en efectivo.

Lo cierto, es que luego de las huelgas de 1928 y de 1934, los sindicalistas se vieron fortalecidos, y, a la larga, la United Fruit Company no encontró otra salida que deshacerse de algunos de sus empleados y dejar de invertir en el Magdalena como lo venía haciendo. Según Marcelo Bucheli, los sindicatos se volvieron tan poderosos que finalmente ‘mataron’ a su empleador, y cuando la Compañía se fue del Departamento, a mediados de los años sesenta, los trabajadores descubrieron que no podían recuperar todas las prestaciones que alguna vez se les había otorgado, pues las actividades de producción se las había transferido poco a poco a los productores locales.

ENFERMEDADES DEL BANANO

Otra de las desmejoras de la producción y comercialización de la fruta fue la aparición de la sigatoka en el año de 1936. Según el texto del economista Adolfo Meisel Roca ‘Enfermedad holandesa y exportaciones de banano en el Caribe colombiano, 1910-1950’, el banano comenzó a madurarse prematuramente a causa de dicha enfermedad, lo que resultó en el deterioro de la calidad.

“El impacto negativo en la producción se sintió a principios de 1937 y durante la Segunda Guerra Mundial, las exportaciones cayeron drásticamente como resultado de la disminución del transporte marítimo, y prácticamente desaparecieron en 1934. Aunque la producción se elevó después de la guerra, solo hasta 1950 se obtuvieron los niveles que se lograron antes de la guerra”.

Otro desmejoramiento en la producción y comercialización de la fruta
fue la aparición de la sigatoka.


LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

En 1933, estalla la Segunda Guerra Mundial, que incluyó la muerte masiva de civiles, el holocausto, y, por primera vez, el uso de armas nucleares. Estados Unidos hizo parte de los ‘Países Aliados’ que combatieron en contra de Alemania y las denominadas ‘Potencias del Eje’. Por tanto, requerían de todos los equipamientos y barcos para este fin.

La United Fruit Company se vio obligada a detener sus operaciones en Colombia, y durante todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), las reformas sociales y laborales que el presidente López había iniciado, disminuyeron porque el nuevo presidente, Eduardo Santos (1938-1942), quería dejarle claro al movimiento sindicalista que ya no podrían operar bajo la suposición de que el Partido Liberal les protegería y apoyaría durante sus disputas laborales.

No obstante, aunque Eduardo Santos no revocó las reformas que había hecho López, tampoco hizo más cambios e incluso declaró como ilegales algunas huelgas importantes de 1940, por tal razón, el nuevo nombramiento de Alfonso López para las elecciones de 1942, como candidato presidencial, fue bien recibida por el Partido Comunista y sindicatos del país.

Fue así como, por segunda vez, López ganó las elecciones presidenciales. Pero, esta vez no apoyó tan fervientemente, como en su primer periodo presidencial, a los sindicatos y utilizó la fuerza para reprimir varias de las huelgas, continuando con las reformas del código laboral.

En 1944, López perdió el apoyo de su partido y el sector militar intentó un golpe de Estado, sin embargo, la CTC y el Partido Comunista no permitieron que lo derrocaran y cuando retomó el poder, López recompensó a los sindicalistas con unas reformas sociales más contundentes, entre ellas, una jornada laboral de nueve horas en el campo, instituyó la indemnización por accidente laboral, prohibió los pagos en especie y obligó a los empleadores a pagar las horas extras y el trabajo de los domingos, entre otros.

En 1945, López abandonó el palacio presidencial pues el Congreso le había pedido su renuncia y, Colombia terminó de polarizarse en dos fuerzas opuestas que se habían estado formando en se periodo como presidente: los sindicatos de derecha liderados por los conservadores y el movimiento liberal del caudillo Jorge Eliecer Gaitán.

Ese mismo año, fue derrotada la huelga de los trabajadores de los barcos de vapor del Magdalena, lo que llevó a una crisis de la CTC y, además, los liberales terminaron de dividirse con la campaña presidencial de 1946, puesto que algunos apoyaron al candidato seleccionado por el Partido Liberal, Gabriel Turbay y, los demás, a Gaitán que decidió postularse como liberal independiente.

Sin embargo, esta situación crítica dentro del Partido Liberal benefició a los conservadores y lograron la victoria con Mariano Ospina Pérez (1946-1950), quien aprovechó la crisis de la CTC para, ese mismo año, apoyar una nueva federación sindical de derecha, la Unión de Trabajadores de Colombia, UTC, que, en 1965 alcanzó el 41 % de la fuerza laboral sindicalizada, contra solo el 34 % que tenía la CTC.

Así, cuando la empresa norteamericana volvió en 1947, encontró un país con un movimiento sindicalista mucho más fuerte. Según Bucheli, la Compañía se había ido del país bajo un Gobierno que apoyaba la organización de sindicatos de izquierda y regresó para encontrar a los conservadores en el poder y un movimiento sindicalista de derecha constituido recientemente.

La Segunda Guerra Mundial
afectó el mercado y las exportaciones del banano


LA POSGUERRA Y EL REGRESO DE LA UFC

La United Fruit Company retornó como la Compañía Frutera de Sevilla. Esta, sufrió la primera huelga al poco tiempo de haber regresado (1949) y duró alrededor de tres meses, pero les significó grandes pérdidas y múltiples beneficios a los trabajadores, por ejemplo, grandes inversiones en equipos para los hospitales del Departamento, que le daban atención médica gratuita a los empleados y sus familias.

LeGrand afirmó que la última gerencia de la CFS, con John Strange, fue extremadamente laxa con los empleados, por tanto, no hubo mayores problemas hasta 1958, cuando un nuevo contrato con el sindicato estableció un aumento salarial.

“El nuevo contrato laboral tenía el apoyo de la política laboral del Gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla, quien quería ganar el apoyo de las clases trabajadoras. Rojas redactó el Decreto 118 del 21 de junio de 1957, el cual determinaba aumentos salariales. Por tanto, la Compañía reportó su primera venta de tierra en el Magdalena a compradores locales”.

Y es que la venta de tierras le resultó una solución a la CFS para desprenderse gradualmente de sus obligaciones con los trabajadores, quienes estaban agrupados en el Sindicato de Trabajadores de la Compañía Frutera de Sevilla, STCFS.

“Cuando la Compañía vendía un pedazo de tierra, la gente que trabajaba en esa finca cambiaba de empleador, y los trabajadores ya no pertenecían a la STCFS y eran los nuevos dueños de las tierras quienes debían lidiar con un nuevo, aunque más pequeño, sindicato”.

Utramag, una organización que incluía a los sindicatos del Departamento, percibió dicha situación y envió activistas a la Región para unir fuerzas, no obstante, ese intento falló por las diferencias entre los líderes sindicalistas.La United Fruit Company se vio obligada a detener sus operaciones en Colombia, y durante todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial.

ÚLTIMA HUELGA Y TRASLADO DE LA UFC A URABÁ

A principios de 1960, la CFS enfrentó una nueva huelga, mientras adelantaba el proceso de venta de tierras, por tanto, aceleró sus ventas y transferencia de los activos relacionados con los servicios y prestaciones de los empleados. Esto incluyó el hospital y la clínica de Sevilla, que fueron transferidos al Instituto Colombiano de Seguro Social, ICSS.

También, la Compañía anunció la eliminación del sistema de pago por medio de los vales y los sindicatos pidieron una compensación en el salario por la pérdida del subsidio y un pago doble por trabajar los domingos y festivos. Lo anterior, afectó las ganancias de la CFS, y se vio en la obligación de reducir su personal aún más y de vender sus tierras.

Para 1965, la Compañía Frutera de Sevilla se había deshecho de todas sus tierras en el Magdalena y se estableció en Urabá, Antioquia, donde desde el comienzo evitó futuros problemas laborales, mediante el uso exclusivo del sistema de subcontratación y actuó como una empresa de servicios que comercializaba la fruta producida por productores locales, pues el no tener activos fijos y un número significativo de empleados, eliminaba los inconvenientes de tener que lidiar con los sindicatos.

   Las reformas sociales y laborales les dieron poder a los sindicatos


RAZONES POR LAS QUE SE FUE LA CFS A URABÁ

Además, de las huelgas, en 1966 hubo un gran vendaval que, según el texto ‘El entorno asegurador en Colombia 1960-1970 y la aseguradora bananera’, del doctor en Historia Jorge Elías Caro, ocasionó la pérdida de aproximadamente 4 mil hectáreas de las 19 mil que tenían cultivadas en promedio, en el Magdalena.

El economista Joaquín Viloria, agregó, que los vendavales ocasionaron mucho daño a las plantaciones de banano “por eso el conocido dicho del ‘Ciclón bananero’. Por otra parte, una nueva situación preocupó a los empresarios del Magdalena debido a que la calidad de la fruta se estaba deteriorando, pues la semilla que utilizaron en la Zona, la ‘Gros Michel’, era más delicada y facilitaba el contagio de la nueva ‘Enfermedad de Panamá’, “en cambio se llevaron para Urabá una nueva especie, más resistente a esa y a otras enfermedades”.

Las anteriores circunstancias son corroboradas por el escritor Guillermo Henríquez, quien tenía 26 años en ese entonces (1960), “la fruta comenzó a salir de mala calidad y como los colonos cachacos desmontaron la selva y el piedemonte de la Sierra Nevada de Santa Marta, que era lo que detenía a las fuertes brisas que provenían de allí, hubo desastres en las plantaciones. Asimismo, los amagos de huelgas que incitaba ‘el perverso diablillo de Nacho Vives’ terminaron de a fastidiar a los norteamericanos y, como los antioqueños son muy perseverantes y mostraron más capacidad empresarial que los empresarios del Magdalena que no tuvieron visión futura, decidieron irse para Urabá”, aseveró el investigador cienaguero.

Uno de los comisariatos atacados
durante la huelga de las bananeras

Fue así como el entorno socioeconómico de los productores y la Compañía Aseguradora cayó en una mayor crisis, sumado a las pretensiones de los trabajadores, lo que conllevó a que la empresa norteamericana optara por terminar operaciones en el Magdalena (1966) y solo tuvo que lidiar con los pensionados, quienes se opusieron al plan del Gobierno, de una entidad estatal que corriera con las obligaciones de la Compañía Frutera de Sevilla.

Henríquez afirma, que desde hacía muchos años los antioqueños deseaban que la compañía norteamericana se estableciera en Urabá, pero a la United Fruit Company o ahora Compañía Frutera de Sevilla, no le interesó porque “eso era la selva sin un puerto, en cambio Santa Marta ya tenía puerto con un ferrocarril que facilitaba la exportación de la fruta. Sin embargo, las circunstancias la hicieron marcharse del Magdalena”.

Asimismo, explicó, que luego que se fue la CFS del Magdalena quedaron dos compañías de bananeros: la Federación de Bananeros, que la manejaba Pepe Vives y el Consorcio Bananero, que lo manejaba la familia Dávila, dirigida por Solano Dávila.

“Pero estas dos organizaciones entraron en crisis y decayeron. Las tierras que antes valían millones se desvalorizaron y una finca costaba casi menos que una vaca. Hubo un vacío que lo llenaron los santandereanos y antioqueños en el municipio de Ciénaga”.


URABÁ, NUEVO ESCENARIO DE GUERRA DE LA UFC

Como se ha destacado, la United Fruit Company se situó desde su llegada al país en el departamento de Magdalena, donde inició todo un proceso de industrialización del cultivo del banano. Posteriormente se ubicaría en la región conocida como el Urabá que por sus características topográficas y la riqueza de sus suelos se hace propicia para el cultivo del banano, principal producto de esta multinacional.

El desplazamiento de la producción desde el Magdalena a Urabá significó al mismo tiempo una transformación en el esquema productivo que se había utilizado hasta entonces en Colombia. En Magdalena se produjo banano desde finales del siglo XIX hasta mediado de la década de 1960, donde la UFC poseía su enclave agrícola y controlaba y monopolizaba la producción, la comercialización y la mano de obra.

Es en esta década cuando la compañía hace su arribo al Urabá hace inversiones en obras de infraestructura, adecuación del terreno para el cultivo, canales de navegación, a la vez que les otorga créditos a los productores de la zona.

La región de Urabá contempla parte de los departamentos de Chocó, Antioquia y Córdoba, y se extiende desde el valle del Sinú hasta la cuenca del Atrato, abarcando la cuenca del golfo de Urabá y parte del nudo de Paramillo. El Urabá antioqueño comprende once municipios: Arboletes, Apartadó, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Murindó, Necoclí, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Turbo y Vigía del Fuerte. El Urabá antioqueño es una zona limítrofe de Panamá y de los departamentos de Córdoba y Chocó, tiene salida al océano Atlántico y en su territorio cuenta con la localización del Golfo de Urabá.

Adicionalmente, es un territorio estratégico a nivel militar porque sirve de zona de refugio y de corredor al suroeste y bajo Cauca antioqueño, el Valle del Sinú y el Nudo de Paramillo. Con respecto a su riqueza y diversidad biológica, se destacan su clima y condiciones geográficas que favorecen el cultivo de palma africana, la exportación maderera, el cultivo de banano y la ganadería extensiva. De esta manera, el Urabá antioqueño cuenta con un eje bananero conformado por los municipios de Turbo, Apartadó, Carepa y Chigorodó; y un eje ganadero con los municipios de Necoclí, Arboletes, San Pedro de Urabá y San Juan de Urabá.”

En el momento de la llegada a Colombia de la UFC el país atravesaba una situación de relativa calma en su situación política y social, lo que no quiere decir que se hubiesen superado las causas de estos conflictos. Con la nueva empresa en la región se configuró una relación distinta entre hombre- naturaleza, ya que el cambio del uso del suelo hizo que el monocultivo del banano primara en la región y de esta manera se fueran perdiendo paulatinamente los usos y costumbres de las comunidades en lo cultural y lo alimentario.

La UFC se trazó todo un proyecto de largo alcance en la región que incluía control territorial, mano de obra barata y una forma muy propia de resolución de conflictos y relación con las comunidades. Ya que estas, por ser en su mayoría campesinos pobres, se tenían que someter a las condiciones que la multinacional impusiera, si a eso le sumamos la gran cantidad de personas que llegaron a la región lo que significaba mano de obra en bruto y a precios muy bajos que elevarían la tasa de ganancia de la multinacional.

La autonomía que alguna vez tuvieron los habitantes de esta región ya no sería más, puesto que el nuevo imperio, el del dinero se había incrustado en los más profundo de las entrañas de la comunidad.

El trueque, el intercambio y la autosostenibilidad que mantuvo el país hasta finales del siglo XIX se veía abruptamente resquebrajado gracias a un nuevo orden mundial. La principal característica, antes y ahora, ha sido la muerte violenta de miles de colombianos ajenos al conflicto, la desintegración del tejido social en las zonas de confrontación, los abusos y atropellos contra la población civil y la constatación práctica de que no es posible una solución militar al conflicto que padece el país. Las multinacionales y la oligarquía criolla históricamente han perpetrado masacres con el objetivo de ‘limpiar’ sus zonas de influencia, ya sean políticas, militares o económicas.

El usufructo de las riquezas naturales del país o mejor el saqueo de estos ha sido escoltado por el paramilitarismo en una modalidad de guerra completamente irregular, criminal y que va en contra de todos los tratados firmados por Colombia sobre el tema del conflicto armado y de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.

EXPORTACIONES DEL BANANO

Las exportaciones de banano habían crecido hasta 1930, pero el siguiente año cayó en más de un 50 %. Sin embargo, la UFC continuó concentrando tierras mayoritariamente por la ejecución de los pactos de retroventa. Según el texto de Judith White, “una comisión del Congreso de la República calculó que entre 1926 y 1931, los hacendados colombianos perdieron el 80 % de sus tierras ante la United en esta forma.

Para algunos historiadores como Legrand, entre los factores que condujeron a que la Zona Bananera decayera en exportaciones de banano en los últimos años de la década de 1940 (solo contaba con el 2 % de las exportaciones mundiales luego de haber sido de los exportadores líder de banano en el mundo), fueron: “las plagas, deterioro de los suelos, conflictos laborales y el incremento de la intervención del Gobierno nacional, lo cual llevó a la UFC a concentrar sus esfuerzos en otros países del mundo”.

No obstante, para el economista barranquillero Adolfo Meisel Roca, quien se desempeñó por más de 25 años en la sucursal Cartagena del Banco de la República y como director del Centro de Estudios Económicos Regionales, y escribió diversos textos, las plagas, conflictos laborales y la intervención del Gobierno siempre estuvieron presentes, en menor o mayor grado en todos los países productores, razón que lo lleva a la conclusión de que el incremento de los costos relativos de producción causados por el auge de las exportaciones de café que se dieron entre 1910 y 1850 en Colombia, fue una de las principales razones de la decadencia de la Zona Bananera





Fuente: Opinión Caribe





.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribenos: esquinadelprogreso@gmail.com