mayo 09, 2017

LA PIVIJAYERA QUE ENLOQUECIÓ A TOBÍAS ENRIQUE PUMAREJO.

Se trata de María Marta Samper Martínez





La famosa canción de la autoría de Tobías Enrique Pumarejo (Don Toba), titulada "Callate, Corazón, Callate", grabada en su primera versión en el año 1956, por el conjunto de Luis Enrique Martínez; se la dedicó el compositor vallenato a la hermosa María Samper Martínez "Marimar", natural de Pivijay Magdalena. 

Así relata el historiador vallenato Julio Oñate Martínez, este suceso musical: 

"María Marta Samper Martínez o ‘Marimar’, como solía llamarla Don ‘Toba’, se trataba de una jovencita elegante, delicada y de bonito cuerpo, que residía en la finca Santa Rita, jurisdicción de El Copey (Cesar), finca no muy alejadada de la suya, ‘El Otoño’. Esta cercanía entre estas dos haciendas, y el hecho de que su padres administraran en ese mismo predio un expendio, en el que, entre otros artículos, vendían licores y cigarrillos, fue lo que le permitió a Don ‘Toba’ fijarse en ‘Marimar’ y viceversa.

Don ‘Toba’ y sus amigos de parranda visitaban con cierta regularidad, algunas veces con conjunto a bordo, a este expendio donde eran muy bien atendidos por sus propietarios. En estas visitas parranderas que aveces duraban hasta dos días, y en algunos cruces por el camino con la futura musa, la química entre esta pareja empezó a funcionar, y de qué manera.

Aunque, de acuerdo al relato de ‘Marimar’, entre ella y Don ‘Toba’, ya existía cierta atracción, sus amoríos como tal, tan solo se formalizaron como un mes antes de su cumpleaños número 14 (para esos tiempos, ya se encontraba en edad para merecer), los que cumpliría el 21 de julio antes referido.

Sin embargo, una semana antes de celebrarlo, entre los dos se dio la primera contrariedad que se motivó por los celos de Don ‘Toba’ hacia su compadre, sobrino y ahijado, Luis Joaquín Pumarejo, ‘El Negro Quin’. Escena que se dio en el puente del río Mallorquín. Y todo se debió a que ‘Quin’, gentilmente le dio la mano y le sonrío, sonrisa que cariñosamente fue devuelta por ‘Marimar’, un gesto, que por alguna razón no fue de buen recibo por parte de Don ‘Toba’, lo que llevó a que esta reciente relación sufriera su primer tropiezo. ‘Marimar’, sin pensarlo dos veces, dio por terminada esta relación, y antes de que Don ‘Toba’ reaccionará, dio media vuelta y compungida se dirigió hacia su casa.

Las relaciones entre los dos quedaron tensas hasta la madrugada del 21 de julio, cuando Don ‘Toba’, tipo cuatro de la mañana sorprendió a ‘Marimar’, entre otros regalos, con una serenata que la dejó, según sus palabras, desarmada. A capela le cantó un hermoso vals, ‘Despedida’, que desde ese entonces, no ha podido olvidar ni su letra ni su melodía.

A partir de las 9:00 de la mañana, incluido Luis Enrique Martínez y su conjunto y los familiares de ‘Marimar’, empezaron a llegar los restantes invitados, entre otros, Don Tito, hermano de Don ‘Toba’, Luis Joaquín, su ahijado, el entonces senador Pedro Castro Monsalvo y los ganaderos de la región Luis Mariano Bornacelly y Juancho Pérez.

Pero, un poco antes de las once de la mañana, Don ‘Toba’ que no quería que ‘Marimar’ mirara y le sonriera a nadie que no fuera él, vuelve a lo de ‘Quin’, que no dejaba de mirarla y de sonreírle. ‘Marimar’ contrariada por segunda vez, se retira hacia una habitación contigua. Don ‘Toba’ la sigue, y acto seguido, la vuelve a reprender. ‘Marimar’ se puso a llorar, y Don ‘Toba’ confundido por estas lágrimas imprevistas, solo atina a decir, ‘Marimar’ voy a componerle una canción a esas lágrimas que con tanto sentimiento brotan de tus ojos. Y de ese instante maravilloso, y como por arte de magia, empezó a surgir, de lo más profundo de su ser, los versos más dicientes de ‘Callate corazón, callate”, incluido uno que no podía faltar, aquel que recordara, y para siempre, la reciente escena sentimental acaecida días antes en el puente Mallorquín: 

Cuando pases por el puente
no bebas agua del río
ni dejes amor pendiente
como dejaste el mío.

Los celos por parte de Don ‘Toba’ y el llanto por parte de ‘Marimar’, se esfumaron en ese irrepetible instante, y todo quedó perdonado. Y en lo que al folclor vallenato se refiere, el más beneficiado, se apropió de la pieza musical más sentida de todos y para todos los tiempos: 

Callate corazón, callate
callate corazón no digas nada".



Por Raúl Ospino Rangel






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