agosto 22, 2014

LAS DROGAS: DECADENCIA DE UNA CULTURA

Historia inédita, cruda y real
de Abusos, Borracheras, Cocaína… Dolor


Aunque no lo creas, esto puede estar sucediendo 

en tu entorno familiar o social y no te has dado cuenta.


Historia de:  Juan Carlos Rueda Gómez

Basada en hechos reales. 

Llegué a la cita en estado de preocupación y zozobra. Ella me había llamado a las cuatro de la mañana llorando, pidiéndome que nos reuniéramos lo más pronto posible. Lo primero que se me ocurrió fue llevar un reproductor de música para hacerle escuchar una canción que compuse hace algunos años y fue grabada por el Grupo Star de Alberto Barros con la voz de “Moncho” Santana, titulada “Se va tu vida”, escrita a partir de varias conversaciones con una prostituta. Albergo el deseo de que sirva para que reflexione un poco sobre su situación. Después del saludo le paso los audífonos y le pido que escuche: 

Siempre estás ahí…
…dispuesta
marco tu teléfono y
contestas
Hoy con uno, mañana con otro
pasado mañana con quién
quién sabe
con quién andarás
quién sabe
con quién amanecerás
quién sabe
con quién anochecerás 
De un manotazo se quita el auricular y me dice: si viniste a darme sermones, me largo, ¡no joda!

Logro calmarla y la invito a tomar un poco de café con un croissant. Se tranquiliza pero aparta los platos torpemente con su mano temblorosa y empieza a hablar entre moqueo y moqueo. Sabe que voy a escribir su historia y sé que eso es lo que en el fondo quiere. Tal vez para que no le suceda lo mismo a otras jóvenes que se dejan encantar por la vida aparentemente fácil de la prostitución.

Lo único que me exige es que no publique su nombre. Ni siquiera el que adoptó desde que se convirtió en criatura de la noche y empezó a rodar de cama en cama dejando a trozos su vida, su hermoso cuerpo y sus sueños juveniles de modelo y bailarina, cualidades que siempre la destacaron entre sus compañeras de colegio en el que era la líder a la hora de montar una obra de teatro o un desfile de modas. No solo las dirigía sino que desplegaba toda su innata destreza para maquillarlas de una manera inusual pero muy creativa. Y hasta le alcanzaba la energía para desfilar y actuar.

Convenimos llamarla ‘A’. Es la inicial de su nombre verdadero y también del ficticio con que la conocen sus clientes habituales en las noches barranquilleras. 


Su “primera vez” en el sexo no pudo ser más dolorosa. Es que fue con un tío político, borracho y drogado y ella solo tenía ocho años de edad.  Con el agravante de que le tocó seguir soportando durante otros siete esa crueldad, al menos dos o tres veces por semana, sumándole una buena ración de golpes cada vez, generalmente en el bajo vientre o las costillas, donde no se le vieran los moretones posteriores. Una especie de anticipo de lo que le pasaría si lo denunciaba.

Fue por eso que nunca se lo contó a nadie. Su mundo se reducía a esperar indefensa cada mañana a que el villano entrara a su cuarto, luego de que su tía saliera a trabajar.  La sacaba cargada y la llevaba a la alcoba matrimonial, donde saciaba sus más bajos instintos usando su frágil cuerpo de niña antes de llevarla al colegio, en cuya puerta la despedía con un amoroso beso y una generosa merienda. 

El drama duró hasta poco después de cumplir los quince años, los que le celebraron en una pomposa fiesta, con vestido rosado de princesa y corte incluida. Todo costeado por  su abusador, por supuesto. Pero dos días después le cobró con altos intereses, usando su frágil cuerpo por largas horas y de todas las formas posibles. ‘A’ quedó tan maltrecha por la violación anal que estuvo por varios días caminando con dificultad y sangrando. Le tuvo que decir a su tía que se había caído en el colegio mientras jugaba con sus compañeras.

Nunca lo denunció porque sabía que no le creerían y terminarían estigmatizándola como embustera, además de coqueta y provocadora. Su suplicio terminó el día que “al hp lo mataron, si no, quizá todavía estaría soportándolo. Es que él era un tío generoso con todos los parientes, el que pagaba los paseos a la playa y las fiestas con whisky, mucha comida, mariachi y conjunto vallenato. Con esas vainas ganaba admiración y respeto. Nadie en mi familia hubiera dado un peso por mi palabra. Habría quedado como una mierda, como una arrimada desagradecida, que además de que él y mi tía me estaban criando con todas la comodidades y pagándome colegio privado, era capaz de calumniarlo. Mi única salida era fingir placer para que no me golpeara tanto. Pero algo muy raro pasó porque terminé convirtiendo el dolor en placer y ahora solo disfruto del sexo en actitud masoquista, necesito que me golpeen para poder tener un orgasmo” 

Me lo cuenta desde la nube oscura en que está flotando hace tres días con sus noches. Subió a ella por una escalera de polvo blanco, no de peldaño en peldaño sino de “pase en pase” de cocaína. A pericazo limpio.

Los cimientos de su desgraciada vida se empezaron a construir cuando ‘A’ tenía siete años y su mamá, tras separarse de su esposo, inició una nueva relación con un hombre joven que no aceptó mantener a una hija ajena y ella decidió dársela a criar a una hermana casada con un hombre tosco y gritón, que siempre tenía dinero aunque no se sabía a qué se dedicaba. “La bellaca de mi madre prefirió tener un man joven que le diera por donde le gusta antes que criarme. ¿Entonces, pa´que me parió, ¡echeee!”, dice con rabia.


Justo al día siguiente del sepelio de su verdugo escapó de la casa y se fue a vivir donde una compañera de colegio que la escondió durante dos semanas hasta que su mamá la encontró y la llevó de nuevo a vivir con ella. Pero ‘A’ no se amoldó a su estricta disciplina. No quería otra prisión. Además, el nuevo marido de su mamá –el cuarto desde que se separó del papá de “A”- no desperdiciaba ocasión para mirarla con morbo y se le metía al cuarto sin avisar, además de que era “muy cariñoso” cuando la abrazaba o simplemente la tocaba con cualquier pretexto. 

Por eso asumió un comportamiento rebelde. Se volvió respondona y no aceptó la autoridad de su nuevo padrastro. Era la forma de desahogarse por los ocho años que soportó lo insoportable sufriendo en silencio las más de setecientas veces que su tío político partió en pedazos el cristal de sus ilusiones infantiles.

Cuando su madre se sentía impotente para mantenerla en casa, la golpeaba con lo primero que tuviera a la mano. No hubo escoba, correa, cable de plancha, chancleta o zapato, que no cayera sobre su hermoso pero delgado y endeble cuerpo de adolescente.

*****************************************************
Como no acepta ponerse de nuevo los audífonos le tarareo en voz baja la canción pero se tapa los oídos y me dice masticando las palabras con rabia:

“Ñeeeerrrdaaaa... ¿qué…vas a seguir jodiendo con esa vaina?

*****************************************************

Otra vez la apaciguo y me cuenta que aceptó terminar el bachillerato pero mientras lo hacía siempre estuvo en la búsqueda de emociones fuertes. Fue así como se integró al “combo de las terribles”, un grupo de seis muchachas de su edad que estaban conectadas con un chulo de barrio que les conseguía clientes y les enseñó a emborracharse por vía vaginal introduciéndose tampones empapados de licor. De esa manera nadie se daba cuenta. 

Los “servicios” los prestaban en horas de la tarde cuando se reunían con el pretexto de hacer tareas en grupo. Se citaban en la casa de alguna de ellas y se cubrían entre sí para que el novel proxeneta las llevara de una en una a bordo de una moto a algún lugar cercano para atender a sus clientes. No les pagaba mayor cosa pero a ellas no les importaba. Lo hacían por el mero placer de trasgredir las normas y se sentían felices por estar haciendo algo prohibido. Con lo que ganaban se compraban atuendos puteriles: ropa sensual, lencería fina y perfume. “En eso es que las putas nos gastamos la plata”, dice. Todo lo guardaban en un escaparate secreto que tenían en lasa donde se reunían. Lo llamaban el “armario de la guerreras”. 

Uno de los clientes de ‘A’ fue un jovencito de diecisiete años cuyos padres vivían en Estados Unidos, a donde se habían ido a buscar “el sueño americano” y compensaban su ausencia dándole todos los gustos y mandándole buenas cantidades de dinero. Desde la primera vez que tuvieron sexo, la “traga” fue total de parte y parte. Se convirtió en su novia pero también en su juguete sexual. Además, fue quien le dio a probar la marihuana, luego las “pepas” y por último la cocaína. 

“Era una vaina tan bacana que me hacía olvidar el abuso que sufrí por tanto tiempo. Me daba fuerzas para soportar las palizas de mi mamá y me inspiraba para ganarme el hijueputa diploma de bachiller que le prometí a ella. Lo único que me obligaba a estar en su casa. No veía el día en que se lo pudiera tirar en la cara para largarme de ahí y que no me jodiera más”, me cuenta después de ir al baño de la cafetería donde estamos conversando. 

Allí seguramente se metió otro “pericazo” porque ahora es más evidente su “festival de muecas”, como se dice en el argot de los adictos. La más notoria es la masticación en seco tratando de disimular el chirrido de los dientes al frotarse. A ratos opta por morderse de manera compulsiva el labio inferior por dentro hasta hacerlo sangrar. Tanto que ya se le nota la inflamación. Saca un frasco de ungüento mentolado, unta el dedo meñique de su mano derecha y lo introduce en sus fosas nasales irritadas para frenar la mucosidad que no ha podido detener con el pañito húmedo que ha estado usando desde que llegó. De pronto, se suena duro la nariz y me muestra lo que le salió: una mezcla de mocos claros y sangre. Es el resultado de tanto perico que ha consumido. Me mira triste, abatida, angustiada, con los ojos enrojecidos y perdidos detrás de una maraña de ojeras y párpados inflamados.

Confieso que me preocupa que llegue de pronto la policía y la vea así, pida documentos y descubra que es menor de edad. Lo primero que van a pensar es que soy su “jíbaro”, el man que le vende el “perico”. O lo peor, que soy su chulo, o su manager, como le llaman ahora.

Estamos aquí porque me llamó llorando a las cinco de la mañana suplicándome que me reuniera con ella. Me dijo que estaba con ganas de tirársele a un Transmetro o de tomarse un veneno o a inhalar cocaína hasta morir de sobredosis pero le faltaba valor para hacerlo. La calmé y le di la dirección de la cafetería donde suelo desayunar todos los días. Después de tomarme tres cafés pensé que no llegaría pero me llamó al celular diciendo que ya estaba cerca, que estuviera pendiente para abrirle la puerta del taxi y darle la mano porque temía no poder caminar sin apoyo. Y así fue. Temblaba como el flan de un famoso comercial de televisión de los años setenta. 

Insisto en ponerle la canción en un vano intento por motivar una reacción positiva:

Si tú andas como la brisa
vendiendo de prisa
besos y calor
aceptando con tierna sonrisa
cálida y sumisa
al mejor postor

Escucha resignada pero me pide que la detenga. 

__Si así es como piensas ayudarme, no vas a poder. No quiero nada que me recuerde la porquería que soy.
Acepto poner pausa de nuevo. 

La conocí hace varios meses cuando pasó por mi casa con un amigo mío que me la presentó como su novia. Unas horas después me mandó invitación de amistad en Facebook. Su perfil en la red social es similar al de cualquier joven de su edad; con fotos de sus actividades en paseos, otras de recuerdos estudiantiles y uno que otro video de reguetón y vallenato de la nueva ola en su muro. Esa misma tarde chateamos y me aclaró que mi amigo no era su novio, que ese sólo era un plante, que su traga verdadera es un hombre casado, mucho mayor que ella, con el que se ve de vez en cuando pero sabe que es un amor imposible. En los días siguientes se conectaba a cada rato y las conversaciones eran cada vez más largas. En esos momentos no imaginaba a qué se dedicaba esta linda y tierna adolescente. 

La verdad es que me pareció una niña normal, como tantas que uno ve a diario en los centros comerciales comiendo helados o vitriniando. Es imposible imaginar qué clase de vida llevan realmente. Sin embargo, un día me dijo que quería que nos encontráramos porque me había tomado confianza y le parecía la persona correcta para contarme algo muy grave que le estaba sucediendo; que veía en mí al padre que nunca tuvo porque el suyo se separó de su madre cuando ella tenía cuatro años y nunca más se preocupó por ella. Logré persuadirla de que me anticipara algo y me lo soltó sin anestesia: “soy puta desde hace rato y estoy enviciada en el perico”. Y se desconectó enseguida. Busqué ansiosamente hablar con ella en los siguientes días pero no apareció en mi pantalla. Como no tenía su número de celular no hubo más remedio que esperar a que se volviera a conectar pero no volvió a hacerlo. Le dejé varios mensajes pero no respondió ninguno. Hasta hoy, que recibí su angustiosa llamada.



Ahora es ella quien quiere volver a oír la canción. Se concentra y escucha con atención. Para mi sorpresa, me pide que le repita una estrofa que, según me dice, se ajusta perfectamente a su cronología puteril:

Desde tus dieciséis años
pusiste tu cuerpo en subasta
ya nada te basta
no puedes parar
sabiendo que te haces daño
sabiendo que en el futuro
vendrá lo más duro
y lo lamentarás
“La única diferencia es que yo empecé a los quince” me dice con tono burlón.

En este punto soy yo quien pone pausa y le pido que volvamos al tema de su cliente-novio-jíbaro. Con todo el desparpajo y acentuando sus palabras con la alegría fugaz de los buenos recuerdos y una sonrisa melancólica, me cuenta que “él era tan especial, tan dedicado a mí que le obedecía en todo lo que me pedía. Es que lo hacía con tanta ternura, mirándome con sus ojitos chiquiticos, llenos de amor. Por eso me ‘tiré’ a todo su combo, a todos los complací pero era por complacerlo a él. Un sábado eché doce polvos con ellos. Me le volé a mi mamá bien temprano y estuvimos dándole a la vaina hasta las nueve de la noche. Rompimos el record. Por eso no me dolió ni mierda la paliza que ella me dio cuando regresé a la casa toda bartola y borracha.  

¡Eche!, si eran sus ‘llaves’, eran mis ‘llaves’. ¿O no. Dime tú? Y yo por él hacía lo que fuera. Ese pelao me rayaba el vidrio, me movía el piso, me estremecía toda. Nunca le negué nada. Pero el man se metió en películas raras. Con la plata que le mandaban los papás se puso a negociar con perico y empezó a meter también y me lo dio a probar a mí y a su combo. Pasábamos tardes enteras dándonos por la nariz. Por eso se descuadró en las cuentas. Era más el perico que gastábamos nosotros que el que vendía. Hasta que una noche lo baliniaron unos manes a los que les debía un billete largo. Yo iba con él en la moto. No sé ni cómo me salvé.  

¡No jodaaaaa..tronco de ‘leche’  la mía. Ni una bala me rozó siquiera. Volví a nacer. Me abrí de ese ‘parche’ y me puse a estudiar con juicio pa’ ganarme el cartón de bachiller pero estaba bastante caída y por más que me jodí, casi pierdo el grado once. Menos mal que yo conocía las debilidades del profesor de matemáticas, que era la materia más dura para mí y le enfilé toda mi artillería. Empecé tirándole ‘bocaditos de calzón’, con cruzadera de piernas y tal, pero qué va. El man no comió de eso y me tocó ganarme la nota ‘adelantando cuaderno’ toda una tarde con él en un motel por los lados del Puente Pumarejo. Le serví ‘los tres platos’ bien servidos. Lo dejé tan feliz que, si hubiera podido, pendejamente me hubiera dado un 11 en vez del 10 que necesitaba”.

En este punto sí tengo la seguridad de que la ida al baño no fue  a orinar precisamente. Su lenguaje es cada vez más coloquial, más relajado o más burriqueto, como se dice en el lenguaje popular del Caribe para referirse a la jerga de los drogadictos, burros, bartolos o coletos.

Pero llega el momento del aterrizaje forzoso. Hay que bajarse de esa nube en que anda y poner los pies en  -aquí debo ser crudo en mi lenguaje - su malparidez, su hijueputez actual. Y perdonen si no encuentran esos términos en ningún diccionario. Son palabras forjadas en la fragua de nuestra cruel realidad citadina llena de mierda y mentiras.

Por fin se decide a narrarme el momento actual que vive. 

Manuela, la proxeneta para la que trabaja desde hace varios meses, la acogió “como a una hija” y le brindó hospedaje en su casa, que funciona legalmente como una pensión para universitarias pero realmente es el “corral de sus novillas”, que ofrece a precios que van desde los cien mil pesos por una hora de sexo hasta dos millones por un fin de semana completo. De ahí toma el treinta por ciento pero les descuenta por la derecha el valor del hospedaje, la comida, la ropa, el maquillaje de catálogo y hasta los servicios de peluquería que les presta una pariente de ella. 


Hace tres días Manuela negoció a “A” con un gringo drogadicto que ni siquiera le abre las piernas para disfrutar de su sexo juvenil. Solo quiere que lo acompañe ‘a meter’. Y por cada pase le paga veinticinco mil pesos, fuera de los quinientos mil diarios por la compañía. A ratos le pide que sea tierna y amable con él, acariciándolo y consintiéndolo ‘cuando le entra la llorona’.  Hasta le ruega que le dé la comida en la boca ya que el temblor de sus manos le impide hacerlo por sí mismo. Estuvieron encerrados durante setenta y dos horas en una suite con jacuzzi de un lujoso hotel. Durante ese tiempo ella consumió veinte dosis de cocaína y sufrió tres ‘pálidas’ o bajas de presión arterial. Para contrarrestarlo se tomó unas diez bebidas energizantes de la más fuertes.

Aunque sólo tiene diecisiete años, su cara maltratada por la noche, el trajín sexual y la droga, la hacen ver de más de treint. Eso le ayuda a entrar en cualquier establecimiento como si fuera mayor de edad.  De todas maneras, en la cartera lleva una cédula falsa que Manuela le consiguió por cien mil pesos, suma que ‘A’ pagó en especie, claro, en una acostada con el que hace esos documentos.

Esa misma Manuela es la que la tiene en igual situación a la que vivió desde los ocho hasta los quince años: prisionera. Porque le retiene el dinero que sus clientes pagan por cada polvo y gran parte se lo paga con polvo. Con polvo blanco. De ese que vuela por las fosas nasales y llega hasta el cerebro creando un éxtasis fugaz y mortal, obligando al adicto a aumentar las dosis y la frecuencia de consumo. Su proxeneta es la nueva abusadora, su actual verdugo. Y la está matando poco a poco, pase a pase, así como se está matando ella misma, que está ‘empericada’ casi todo el tiempo.

‘A’ vive con la angustia de terminar algún día como muchas chicas que empezaron en la grandes ligas de la prostitución y poco a poco se fueron deteriorando y depreciando, empezando a bajar en la escala del mercado. Cuando ya no las recibe ningún proxeneta del norte de la ciudad, empiezan a rebuscarse por su cuenta llamando a los clientes que han conocido pero la mayoría de ellos ya no están interesados en viejas prematuras y menos si están montadas en la patineta de la droga.

El siguiente paso es irse al parque de los dos nombres, el “Suri Salcedo”, que está en la calle setenta entre carreras cuarenta y seis y cuarenta y siete. Pero a partir de las siete de la noche se convierte en el “Puti Salcedo”, porque se llena de mujeres ajadas y trajinadas en este oficio, que ofrecen lo que popularmente se conoce como “los tres platos”: sexo oral, anal y vaginal, hasta por cincuenta mil pesos, incluyendo el costo de la habitación por una hora.

**************************************************************
Me vuelve a pedir que le ponga la canción y escucha sonriendo socarronamente:

De cama en cama se va tu vida
desordenada, desorientada
de cama en cama se va tu vida
desordenada, desperdiciada
“Hey, la madre que parece que tú me estuvieras siguiendo de polvo en polvo. ¡Jueputa. Qué vaina tan exacta! Hay días en que amanezco tan embalada que no sé ni quién soy, ni donde ni con quién estoy. Mucho menos pa’ dónde carajos voy.

**************************************************************

Sin embargo, ahí no termina el descenso hacia el abismo. Faltan varias escalas más.

La siguiente es el parque de los cinco nombres. Es el que durante varias décadas se conoció como el “Parque de los Locutores”, donde está el busto de Elías Pellet Buitrago, fundador de la primera emisora comercial de Colombia. Hace algunos años, un alcalde de ingrata recordación mandó a poner allí una escultura que muestra una mano de mujer y una masculina, unidas por un gigantesco tornillo con tuerca y guasa y se convirtió en el flamante “Parque de los Enamorados” pero en el lenguaje popular se le denomina el “Parque de las manitos”.

Los alrededores están poblados de bares, cantinas, casinos, moteles lujosos, tabernas, billares, hoteluchos de mala muerte y ollas de vicio, por supuesto. Un espeso caldo donde se sancochan impenitentemente y a fuego alto muchas vidas venidas de muchas partes. Entre ellas las de decenas de prostitutas en decadencia, lo que le ha dado a esta pequeña manzana, diagonal a una moderna estación del Transmetro y a solo tres cuadras del comando central de la policía, su cuarto nombre: “El parque del coyesterol”, precisamente por la cantidad de coyas, como se le llama aquí a las meretrices, que pululan noche y día ofreciendo sus marchitos cuerpos por cualquier cosa con tal de sobrevivir. Esas mismas que ahora han convertido el lugar en uno de los más peligrosos de la ciudad dándoles escopolamina o burundanga a sus clientes. Son numerosos los casos de borrachos coyeros que han llegado allí a buscar un rato de placer y han amanecido desnudos con el ‘disco duro borrado’ en algún callejón de los alrededores. De ahí surgió la quinta denominación: “Burundanga Park”.

‘A’ me cuenta que ya se enteró de que una antigua compañera de colegio y rumbas vespertinas, del “combo de las terribles”, que se dejó preñar por dos hombres diferentes, ya está allí, rebuscándose para pagarse el vicio del bazuco y medio mantener a sus hijos sin padre.

**************************************************************

Aprovecho para volver a poner la canción y le pido que escuche con atención:

Cambia que aún es hora
porque en el mañana
los que hoy tu cuerpo devoran
te llamarán pecadora

“Esa vaina sí es verdad. Uno de los pelaos con los que estuve en aquellos tiempos locos del ‘combo de la terribles’ se puso a boletearme en el Facebook y tuve que buscarlo y meterle un parón. Lo entrompé y le dije que ya tenía marido, y que si seguía de bocón lo iba  a mandar a joder. Hasta ahí le llegó la maricada”, me dice con la satisfacción de quién logró hacerse respetar.

**************************************************************

La estación final de las mujeres que creen llevar una vida alegre es la zona cachacal , un inframundo donde no hay una sino varias “calles del cartucho”. Allí viven o sobreviven los seres humanos que más bajo han caído en la escala social. Los que tienen la peor salud física y mental. Paradójicamente, es un sector ubicado en los alrededores del Hospital General de Barranquilla, en pleno corazón del barrio San Roque. 

Sus calles, callejones, pasadizos, recovecos y cascarones de viejas casonas republicanas de la floreciente Barranquilla de mediados del siglo pasado están pobladas de espectros diurnos y nocturnos que deambulan en medio de la nebulosa atmósfera de la droga, el licor y la indigencia.

Pero lo que consumen estos despojos con cédula no es cocaína, ni siquiera marihuana de buena calidad. 


Lo que abunda es el bazuco y en el mejor de los casos el patrasiao, que no es más que la cocaína bastarda, la de baja calidad, que, para que no se pierda, la someten a un reverzaso químico mezclándola con varios ácidos y polvo de ladrillo, es decir, “la echan pa’ trás” y la acercan al bazuco, según me contó un músico que estuvo consumiéndolo durante varios años.  Ese polvo lo mezclan con cigarrillo, al igual que el bazuco pero cuando se quiere lograr una traba más fuerte, se fuma con marihuana.

Para quienes no quieren trabarse en seco hay un coctel elaborado con alcohol antiséptico –sí, el que es impotable y exclusivamente para uso medicinal- y refresco en polvo. Cuando no hay ni para eso, entonces se apela al pegante líquido o bóxer, que en Medellín llaman sacol, el que inhalaban lo muchachos en  la famosa película de Víctor Gaviria, La Vendedora de rosas.


Allí es donde se ven deambular, en medio de la basura, las aguas servidas que brotan de las alcantarillas rotas y los perros hambrientos, decenas de mujeres que no pasan de los treinta y cinco años pero que en su rostro cadavérico y prematuramente arrugado, muestran las huellas de muchas noches en vela, moteles recorridos, camas empapadas con el sudor de sus espaldas, muchas dosis de cocaína, marihuana y bazuco, galones de licor consumido y sobre todo, muchos sueños e ilusiones que se quebraron en pedazos o se fueron para nunca volver.

Suena su celular. Contesta. “Ya voy… ¿al mismo hotel? Ok, en diez minutos estoy allá. ¿Tienes cosita rica, de la que me gusta? Si no tienes, búscala, porque si no, me devuelvo. Me esperas en la puerta y me pagas el taxi. Son cien mil barras por el rato. Y al despedirse me dice con voz enredada, apelotonada: “la ‘A’, es lo único que queda de mí y de mi alma. Lo demás se volvió mierda”. Y me quedo ahí, nadando en un pantano de mierda, sin saber qué será de ella.



Tomada de: 








agosto 16, 2014

SANTA MARTA: HISTORIAS DE UNA CIUDAD


CATEDRAL DE SANTA MARTA

Por: Opinión Caribe

La celebración del aniversario de la Ciudad de Bastidas hace inevitable pensar en el lento progreso que ha tenido la 'Perla del Caribe', desde el momento en que Rodrigo de Bastidas la fundó un 29 de julio de 1525.  
  
Caminar por las calles de Santa Marta significa no sólo apreciar aspectos históricos a través de su arquitectura, sino también apreciar diferentes aspectos de progreso, cuentos como una Marina y un Puerto Internacional con helipuerto y una serie de maravillas naturales como la Sierra Nevada, el Parque. Tayrona y miles de lugares y actividades por realizar, que sin lugar a dudas hacen de nuestra ciudad un interesante atractivo para turistas de todo el mundo.

Sin embargo, quienes conocen el Distrito y su historia como José Rafael Dávila, manifiestan con nostalgia que están convencidos de que “la Santa Marta vieja era completamente diferente, era un paraíso terrenal, eran otros tiempos, todo el mundo era amigo y había mucha identidad”. por la ciudad, y soy amigo del progreso pero observa la ciudad con mucho dolor”.

Para el historiador Arturo Bermúdez, cuando se realiza una investigación minuciosa a través de los libros que historiadores y fanáticos han publicado sobre la historia de Santa Marta, se puede observar que se dieron más sucesos políticos que procesos administrativos, sin embargo asegura que elementos como el Ferrocarril. bananero, el crecimiento de los muelles y las carreteras que conectaron a Taganga y El Rodadero, trajeron un inevitable progreso para el Distrito.

“Santa Marta era una ciudad muerta, no se observaba una dinámica de crecimiento porque la ciudad de mayor dinámica era Ciénaga por el comercio de plátano. Santa Marta empieza a crecer desde el punto de vista urbanístico hasta después de 1960, cuando surgen obras como el edificio Peralta Cayón y el edificio de Los Bancos, que se realizó destruyendo dos casas representativas de la ciudad”.

Agrega Bermúdez que “lamentablemente si uno observa a los alcaldes de Santa Marta, fueron ilustres alcaldes y nada más, si hay uno u otro que hizo algo por esta ciudad es difícil precisarlo, lo único que han hecho junto a los gobernadores es deteriorar más la ciudad, y sus obras no han tenido una significación muy grande” relata.
Para el historiador, William Hernández Ospino, al comparar Santa Marta con otras urbes como Medellín, se puede observar que el Distrito se encuentra atrasado, por lo cual desde su percepción, “la mayoría de los mandatarios han sido incompetentes a través del tiempo y le han robado el erario público a Santa Marta de una manera muy desacreditada, y no han invertido. Santa Marta no tiene infraestructura y lo evidencia, por ejemplo, que tenemos en pleno siglo XXI, un acueducto de más de 70 años, cuando ya el agua potable es un derecho humano”.

Percepción con la cual está de acuerdo Bermúdez al asegurar que “quienes han viajado de Santa Marta y permanecen por fuera 20 años, cuando regresan todo sigue igual, fenómeno que para Bermúdez se debe a que el samario no ha tenido mucha claridad sobre su ciudad, no ha entendido la relación entre tradición y progreso, originado por la mentalidad rentista que la compañía frutera de Sevilla generó en nuestra gente al entregar plata a quienes tenían finca y entonces no tenían que hacer nada, por lo cual cuando se marcha la United, se viene todo abajo”.

Así mismo agrega el ilustrado Historiador que “no tienen significación ni importancia en la historia las alcaldías ni antes del Frente Nacional ni después de este, son puestos que todavía se dan por intereses politiqueros, al investigar lo único que se sabría serían cuáles fueron los ilustres familias que enredaron a esta Ciudad”, asegura con resignación.   

RECORRIDO HISTÓRICO

Pese a este panorama, el número de administradores de la ciudad, desde los Gobernadores de la Provincia de Santa Marta hasta los actuales Alcaldes del Distrito Turístico Cultural e Histórico, ha sido prolífico.
Tal y como se recopila en el Compendio de Historia del Departamento de Magdalena de José Alarcón, desde 1525, que se hace primer Gobernador Rodrigo de Bastidas, hasta el año de 1895, pasaron entre interinos y encargados, 167 administradores de la ciudad.   

Así mismo como relata el libro '477 Buenas Noticias' de la Asociación de Periodistas Bolivarianos de América en alianza con otras instituciones, desde 1930 hasta el año 2014, 80 administradores se encargaron de la ciudad.

Sin embargo, José Rafael Dávila, con poco menos de 90 años de vivir en Santa Marta, y pese a haber estado alejado de la política porque su familia nunca dependió de estos procesos, destaca la administración de algunos personajes de los que recuerda le tocó vivir y sentir las obras.

Asegura Dávila que escuchaba a sus familiares cercanos hablar positivamente de las administraciones de Manuel Julián de Mier, pero que sin lugar a dudas las administraciones más destacadas desde su percepción, han sido la de José Benito Vives de Andréis, quien estuvo en la administración en el año de 1936 y la de Enrique Gonzales en 1940, a quien le tocó sobrellevar los efectos de la Segunda Guerra Mundial.  

También eventos de gran importancia, como cuando a Juan Ceballos Pinto, le correspondió recibir los destacados restos de Rodrigo de Bastidas en el año de 1953, para lo cual realizó una ampliación del Camellón.
De igual manera recuerda que las dos administraciones de Edgardo Vives (1964 y 1986) fueron muy prolíficas en lo que se refiere a la pavimentación de calles.

Por otra parte, el ilustrador y longevo Rafael Dávila, destaca de manera importante la participación de las mujeres en el transcurso de la historia de Santa Marta. Así, menciona las administraciones de Eva Enríquez (1976), Elsa Pinedo De Sánchez (1982) y en especial la de Anita Sánchez de Dávila (1974), que asegura que “no se trataba sólo de una muy buena persona si no que logró tranquilizar”. a Santa Marta atormentada por la violencia que se presentaba por el naciente negocio del sicariato y la guerra a muerte que se daba entre las familias Cárdenas y Valdeblanco, y también impulsó el Instituto de Cultura de Santa Marta”.

Dávila recuerda la administración de José Lacouture Dangond (1960) porque asegura que logró eliminar una zona de tolerancia en la calle de las piedras, en la cual sucedían trágicos episodios nocturnos.
Así, Santa Marta es hoy una ciudad administrada desde su fundación por más de 247 gobernantes, que aún espera que el progreso y la calidad de vida de sus habitantes tenga las condiciones que evidencian un adelanto, ajustadas a la llegada del siglo XXI.

ARCHIVOS HISTÓRICOS DE LA CIUDAD

Alejando Bermúdez, Técnico del Archivo de la Alcaldía Distrital por más de 30 años, asegura que pese a que los materiales documentales están a disposición del público, las actuales reestructuraciones locativas que se encuentran haciendo impiden el acceso.

Sin embargo explica que el archivo contiene documentos manuscritos desde el año 1916 y documentos impresos desde 1937 como Decretos, Resoluciones, Oficios y Contratos del Distrito desde los años 60, así como actas de desaparición desde 1954.

Recuerda Bermúdez que desde la alcaldía de Francisco Zúñiga, se ha hecho cumplimiento de la Ley 594 de 2000 para organización documental, se invirtieron unos recursos en un contrato e incluso se planteó un proyecto para hacer una serie de fotografías de la historia de los alcaldes que se colgaría en el llamado antiguamente Salón Amarillo, pero dicho proyecto nunca se concretó.     

Al indagar frente al tema de conservación de archivos históricos, el historiador William Hernández asegura que “no sólo las alcaldías en Santa Marta han sido apáticas por todo lo que tenga que ver con la historia y la cultura y la conservación de las mismas, lo cual se demuestra con hechos como la desaparición de la Banda Departamental, del Instituto de Cultura, y de la Biblioteca Departamental”, agregando que “la mentalidad del gobernante y del político que ha administrado la ciudad no contempla los procesos culturales, por lo cual el abandono de los diversos registros históricos es un último que han tenido que cargar y cargaran por siempre las nuevas generaciones”.

Además agrega que “el archivo histórico municipal fue manejado de una manera muy parroquial a través del tiempo, por un funcionario recomendado de un político”, afirma Hernández, agregando que “se rumora en las calles una anécdota que relata la historia de un alcalde que mandó votar el archivo desde la época colonial hasta el siglo XVIII porque estaba lleno de comején, perdiendo documentos de la Colonia como las actas del cabildo civil”.

Por su parte, Arturo Bermúdez, manifiesta que el abandono de los archivos históricos en la ciudad se debe a que no existe un proceso de elaboración de información por la falta de profesionales que se dedican a ello. Agregando que el archivo histórico no tiene información del periodo colonial, la cual sólo se encuentra en el Archivo Histórico de la Nación y el Archivo General de Indias en Sevilla, y finaliza manifestando que siempre ha creído que Santa Marta necesita de un sector intelectual para que Cumpla una función crítica.









agosto 07, 2014

FIESTAS DE FUNDACIÓN


El municipio de Fundación, a diferencia de la mayoría de las poblaciones del Caribe colombiano, se caracteriza por su multiculturalidad. Esta diversidad encuentra su génesis en el Ferrocarril de Santa Marta, por 56 años esta Villa fue el destino final de este sistema de transporte, que cubría la ruta Santa Marta-Fundación, entre los años 1911 y 1967. Esta circunstancia propició la llegada de diversas personas con razas y costumbres distintas.

Este ferrocarril fue el germen de una pequeña comarca que en pocos años se convirtió una gran ciudad poblada por una hojarasca de hombres emprendedores, extranjeros, costeños y del interior del país. Llegaron a la Esquina del Progreso en búsqueda de fortuna y bienestar. Esta migración propició una cultura "cosmopolita" huérfana de identidad cultural propia, esta amalgama de costumbres diversas y dispares enriquecieron sus inicios, pero a la vez representó un desafío que aún no logra consolidar, y que se nota en la falta de civismo y afecto por su historia.

Precisamente en la búsqueda de una identidad propia y común, Fundación optó por acoger y celebrar una variedad de fiestas populares y tradiciones provenientes de otras regiones y culturas. Esta adopción enriqueció el tapiz cultural de la ciudad, convirtiendo la diversidad en una característica central de su idiosincrasia.

La diversidad cultural de Fundación se manifiesta en un mosaico de tradiciones heredadas. De Ciénaga adoptamos la particular Fiesta del Caimán; de Barranquilla, la exuberancia de sus carnavales, el aprecio por la salsa y la música tropical. La influencia de los inmigrantes italianos se refleja en nuestras bandas de música y por sus pastas, mientras que de Aracataca recibimos la devoción a la Virgen del Carmen y la alegría de los festivales del río cada primero de enero.

De Santa Marta heredamos la fiesta en honor a su patrona. El legado árabe se palpa en el aprecio por su gastronomía y por las telas, de los ganaderos provienen las emocionantes corralejas y la feria ganadera. La cultura caribe nos legó los vibrantes fandangos, las varas de premio, la ruleta y la singular "puerca pelá".

La fe también se entrelaza en nuestras costumbres: la devoción a San Rafael, introducida por el primer alcalde, y de la Iglesia, las arraigadas fiestas de las Velitas, Navidad, Corpus Christi, Reyes Magos (celebrados en Ariguaní) y Semana Santa. Los "cachacos" dejaron su huella con las cabalgatas y la preferencia por el aguardiente sobre el ron de caña. De los Santandereanos el amor por el comercio, y de los Paisas su emprendimiento, de los "Piguas" del campo la música de acordeón, de la Sabana el amor por los gallos. De los guajiros el contrabando, y el aprecio por el whisky.

Por otra parte, se realizaban muchas KZ y fiestas de clubes, además de las parrandas vallenatas, existían otros importantes eventos de mucha connotación, como el día del trabajador, y el del campesino. También se celebra el día de las brujitas. 


Fiestas Patrias sobre Fiestas Patronales: Una Peculiaridad Cultural en Fundación

Nuestra ciudad, Fundación, es un verdadero mosaico cultural, lo que nos brinda una abundancia de encuentros festivos a lo largo de todo el año. Sin embargo, compartimos con Aracataca una notable similitud que nos distingue del resto de las tradiciones del Caribe y del país: la principal fiesta, aquella que convoca a todos y genera el mayor ocio y esparcimiento, es una fiesta patria y no patronal.

En Aracataca, que fue nuestra capital hasta 1945, se celebra con gran arraigo la fiesta patria del 20 de Julio, a pesar de que su patrón es San José, cuya festividad se conmemora el 19 de marzo. Esta particularidad se originó debido a la fuerte influencia de la logia masónica, de espíritu anticlerical, unida a la presencia de los "gringos" de la United Fruit Company (Yunai), de creencias protestantes, en aquella ciudad.

Fundación hereda de Aracataca esta peculiar costumbre. Nuestra fiesta más popular es la del 7 de agosto, en conmemoración a la Batalla de Boyacá, a diferencia de la mayoría de las poblaciones costeñas que celebran con gran fervor su fiesta patronal, que en nuestro caso es San Rafael Arcángel el 24 de octubre.

Una curiosidad adicional que refuerza este patrón es que, tanto en Aracataca como en Fundación, la fiesta de la Virgen del Carmen goza de mucha más devoción y ambiente festivo que la celebración de sus respectivos santos patronos, San José y San Rafael.

No pasa así con El Retén, que celebran a San Juan Bautista, su patrono, el 24 de junio.

FUNDACIÓN CIUDAD DE CORRALEJAS

Fundación conmemora su fiesta popular el torno al 7 de agosto, para celebrar con un profundo sentido cívico y patriota la batalla de la independencia, que incluye un Te Deum, izada de la bandera, honores militares y desfiles acompañados por bandas de guerra.

Sin embargo, la atracción central de esta celebración son las corralejas. La ciudad se transforma con alboradas musicales, exhibiciones de pólvora y diversos juegos populares. Este epicentro festivo, construido con un imponente andamiaje de madera, se convierte en un bullicioso punto de encuentro. Alrededor, se instalan vendedores de comida, carpas con grandes y rimbombantes equipos de sonido (los tradicionales "Picós"), juegos de azar como las ruletas, expendios de alcohol, algodones de dulce, fritangas donde prevalece el popular mustio de pollo..

En el corazón de la corraleja a diferencia de las corridas de toros profesionales, el protagonismo no recae en un torero experto, sino en los "espontáneos" (muchas veces hombres de a pie o a caballo, sin entrenamiento profesional) que entran al ruedo para desafiar al toro. Buscan realizar suertes, esquivar las embestidas, o incluso intentar saltar o voltear al toro. No hay banderilleros ni picadores profesionales en el sentido tradicional. El objetivo principal es el enfrentamiento entre el hombre y el toro, a menudo buscando la adrenalina y la demostración de valor. Otra figura tradicional, son los "materos", y los "paragüeros" (hombres que utilizan un paraguas para "distraer" al toro y ayudar a otros espontáneos), añaden un elemento de folclore y comicidad al espectáculo.

Los garrocheros son figuras centrales y, a menudo, controvertidas en las corralejas de la Costa Caribe colombiana.

Son los participantes espontáneos que entran al ruedo de la corraleja para interactuar con los toros. A diferencia de los toreros profesionales, los garrocheros no tienen formación taurina formal ni visten trajes especiales. Su nombre proviene del uso de una garrocha, un palo largo y resistente que utilizan para defenderse, picar levemente al toro, o como apoyo para realizar alguna pirueta, salto o esquive del animal.

Su participación es voluntaria y suele ser motivada por la adrenalina, la demostración de valor, la búsqueda de reconocimiento social, o incluso la esperanza de obtener alguna recompensa económica de los espectadores o los organizadores. No buscan matar al toro, sino más bien probar su arrojo y habilidad frente a la bestia.

La figura del garrochero es emblemática en esta corraleja, pero también es la que genera más debate debido a los riesgos inherentes para los propios participantes y para los animales. 

Un espectáculo de garrocha también lo realizan jinetes a caballo, ya sea de manera individual o sincrónica con otros jinetes, donde ponen a correr al toro por toda la plaza mientras es picado por las garrochas, en una demostración de destreza ecuestre donde los jinetes exhiben sus habilidades a caballo, mostrando el manejo del animal. Esto puede incluir velocidad y agilidad, corriendo y galopando por el ruedo, a veces sorteando obstáculos o a otros participantes; maniobras como giros rápidos, frenadas bruscas o movimientos coordinados con el caballo, e interacción con el toro, donde los jinetes se acercan al toro, lo provocan o lo esquivan a caballo, buscando el aplauso del público por su arrojo.

La música es un componente inseparable de las corralejas. Bandas de viento, que tocan porros y fandangos, animan constantemente el ambiente desde los palcos. Su música crea una atmósfera vibrante y es fundamental para mantener el ánimo de la fiesta.

La festividad se extiende a los barrios populares, con fandagos y bailes, donde se disfrutan juegos como la vara de premio bañada en grasa, la puerca pelá y corridas de caballos. Paralelamente, se organizan peleas de gallos, encuentros deportivos y animadas parrandas vallenatas en casas particulares, donde los anfitriones demuestran su reconocida hospitalidad.

La noche se ilumina con espectáculos de juegos artificiales, como la "vaca loca", el castillo y los cohetes. La música no cesa, con presentaciones de artistas profesionales y locales al aire libre, así como en casetas, extendiéndose la celebración hasta el amanecer.

Las primeras corralejas en Fundación tuvieron lugar en el Parque 7 de Agosto. Con el tiempo, se trasladaron a la Plaza de Ariguaní y al Coliseo de Ferias, hasta encontrar su lugar tradicional y emblemático en el Campito del Ferrocarril.

El impulso inicial de esta significativa fiesta en Fundación se atribuye en gran medida a la familia Andrade, quienes, con su propia ganadería, patrocinaron las primeras corridas de toros, mucho antes de que este certamen adquiriera el carácter comercial que posee en la actualidad.

Suspensión de la fiesta

En el 2014 y por primera vez en la historia, se suspendieron estas fiestas como duelo por la tragedia vivida meses antes con la muerte de los 33 niños incinerados en un bus en el barrio Altamira.


Luego durante la pandemia del Covid años 2000 y 2001, también fueron suspendidas.


ORIGEN DE LA CORRALEJA

La corraleja es una fiesta popular de la Costa Caribe de Colombia en la que en una plaza de toros se lidia un toro a la vez sin acabar con su vida.

Los orígenes y la historia de las fiestas en corraleja están en la difusión de la cultura española en América; más atrás se deben buscar en la cultura Cretomicénica del Egeo, en la cual el toro fue el animal sagrado, representativo del poder y la fuerza, e idealizado en la leyenda del Minotauro

Fue en Creta donde se dieron los primeros espectáculos taurinos que se conozcan, representados en la fuerza del animal frente a la habilidad y destreza del hombre.


Los frescos encontrados en las excavaciones realizadas en los palacios de Knossos y Phaestos, permiten deducir que el salto de toros salvajes, como deporte, era un elemento religioso propio de la cultura minóica. Este deporte consistía en saltar al toro agarrándose de los cuernos, mediante una hermosa voltereta sobre el lomo y caer de pie tras su cola.

Sin embargo, es en España donde la lidia de toros se convierte en un espectáculo que evolucionando llega al toreo moderno o clásico y dado a sus condiciones geográficas y económicas permite la adaptación y levante de toros, razón que lo convierte en centro de la tauromaquia.

A la región caribeña colombiana llega desde España este legado a la par del ganado y las costumbres que trajo consigo la conquista de los territorios americanos. 

Respecto a esto se conoce que, en las antiguas sabanas del Estado Soberano de Bogotá, se celebraban una especie de corridas en las haciendas ganaderas.

El primer lote de ganado vacuno procedente de España entró por Cartagena desde donde fue traído a las sábanas, tal vez por Berruga; algunas de estas reses fueron llevadas a San Benito Abad, donde se funda el primer hato ganadero de las sabanas.

Inicios de los festejos

Hay diferentes versiones acerca de la época y la forma en que las fiestas en corralejas nacen en la Región Caribe; si embargo todas coinciden en afirmar que datan de la época de la colonia, aunque no exactamente como un espectáculo taurino sino más bien como una escuela de manejo del ganado, toda vez que había necesidad de herrar, descornar o curar el ganado.

Estas faenas, realizadas en las haciendas se fue convirtiendo paulatinamente en un espectáculo pues eran presenciadas por amigos, parientes e invitados del dueño, quien preparaba un gran jolgorio para dicho evento. Es de notar que este evento se hacía coincidir con la fiesta patronal religiosa, cosa que aún se hace en la mayoría de los pueblos de esta región.

Algunas versiones

El periodista sucreño José Cisnero Arriaga dice: " Las corralejas que se celebran en las antiguas sabanas de Bolívar, hoy sabanas de Córdoba y Sucre, datan del año 1827, cuando el señor Sebastián Zubiría decide celebrar las primeras corridas de toros a imitación de las de España, luego se lograron expandir por todo el litoral Atlántico".

Ramiro de la Espriella sostiene: “Las primeras fiestas de toros, como corralejas, tienen lugar en Sincelejo en octubre, el 3 de octubre de 1845, en honor a su patrono San Francisco de Asís, teniendo como primer escenario la plaza de San Francisco, y en ella se celebraron durante 85 años. Pasaron después a la plaza Majagual en el área urbana; En ese entonces se jugaron toros criollos del ganadero Benito Jaraba, traídos de Caimito. A estos espectáculos populares se les añadió más adelante: garrocheros a caballo con vara de cimbreadora, banderilleros y bandas de viento"

En el año 1864, el sincelejano de origen español Sebastián Romero (Don Chano), verdadero impulsor de las corralejas logró que los festejos populares fueran trasladados de octubre al mes de enero para que se realizara el día de sus cumpleaños lo cual fue aceptado sin problemas por las autoridades y la Curia, puesto que octubre es un mes lluvioso en cambio enero es un mes de verano. Para principios del siglo XX las corralejas se extendieron por todos los Municipios del Caribe colombiano entre El Carmen de Bolívar y Ayapel. En este último municipio se realizaron las primeras corralejas del Departamento de Córdoba, para 1906 ya las corralejas se celebraban en Sampués, y en 1908 tuvieron lugar las primeras de la ciudad de Montería

Hoy día esta fiesta se da en el marco de la fiesta religiosa del Dulce nombre de Jesús, donde se realizan cabalgatas, varias tardes de toros, el tradicional desfile de fandangueras y bailes populares con grupos vallenatos y bandas de vientos, principalmente, cuyo día central es el 20 de enero.

Significado del término

Según lo expresado por J. Santana Vega, en su libro "El Mundo de Las Corralejas", este término no tiene significación en el diccionario, lo cual indica que es un vocablo netamente criollo derivado de CORRAL, y que en su acepción criolla significa: el espacio delimitado por una cerca construida básicamente en madera y en cuyo interior se lidian o "corren" toros bravos.

El término carraleja encierra también un significado más prolijo, cuando se refiere a las fiestas celebradas anualmente en los pueblos del litoral Atlántico colombiano en las cuales el espectáculo más relevante es la "corrida" de toros, que tiene a su vez connotaciones culturales y folclóricas.

Construcción de las corralejas

No siempre la corraleja se construyó como se hace hoy día. Anteriormente, los sistemas de construcción y los materiales empleados eran otros. Puede decirse que era construida de una forma más primitiva, pero no por ello menos segura.

En la construcción de la carraleja se han empleado diversidad de materiales, de acuerdo con la época y el crecimiento de las mismas. Según las diferentes fuentes consultadas, en sus orígenes e inicios se utilizaban en la construcción horcones de madera de monte "madrinas" y cañas guaduas. El amarre se hacía con bejuco malebú. Las madrinas servían de soporte a las cañas de guadua y estas constituían el cerco de la carraleja, amarradas horizontalmente a las primeras.

Estos materiales y tipo de construcción resultaban apropiados para aquellas primeras épocas en las cuales las corralejas eran pequeñas y no se construían palcos, por el contrario, las gentes se agolpaban a su alrededor o se subían a ella.

Cuando, al transcurrir el tiempo, la corraleja creció, haciéndose más compleja, hubo la necesidad de proporcionar mayor comodidad a los espectadores, que cada vez eran en mayor número, y se adecuaron sitios para que estos pudieran disfrutar los acontecimientos sin ningún tipo de riesgo. Aparecen entonces los primeros palcos ubicados alrededor de la corraleja: Al principio se construía uno solo en el que se acomodaba el dueño del encierro y sus allegados; más adelante se fueron construyendo más palcos, pero siempre dejando espacios libres para que las personas que no tuvieran acceso a estos pudieran disfrutar igualmente las "corridas".

En estos momentos la caña de guadua no es garantía de seguridad y resistencia por lo quebradiza; entonces se utiliza un nuevo material en la construcción de la corraleja: las varas de mangle, más flexibles y resistentes.

Posteriormente, cuando las corralejas se vuelven verdaderos espectáculos con el consecuente atractivo para propios y extraños; los palcos se multiplican, por lo tanto, se hizo necesario utilizar materiales más duraderos y resistentes que soporten su continuo y prolongado uso (generalmente las corralejas se extienden a 5 o 6 días). Es, entonces, cuando empieza a construirse la corraleja con una especie de listones de madera llamados "varetas" que se sujetan con clavos y pernos para mayor seguridad.














Escribenos: esquinadelprogreso@gmail.com