Fundador del Antonio Nariño de Caracolicito
“Tiempos aquellos donde los colegios
cumplían la misión de enderezar lo torcido
con métodos que hoy son reprobables”
Luis Carlos López Ojito, más conocido como el Profesor Ojito, nació en Ciénaga, un 15 de diciembre de 1927, y murió en Caracolicito el 1 julio de 1993.
Este célebre maestro llegó a Caracolicito en el año 1951, para fundar el desaparecido Instituto Antonio Nariño, también conocido en la región como el internado del profesor Ojito. La escuela tenía por lema: Disciplina, Consagración, Honradez.
El profesor Ojito fue un educador intachable, culto, abnegado, virtuoso, y buen cristiano. Era devoto de la Virgen del Carmen, de quien fue el presidente de la junta organizadora de su fiesta patronal, por muchos años en su Caracolicito del alma.
Familia
Flor |
Se casó con la también cienaguera, Florentina Gómez de López, de cuya unión nacieron nueve hijos: Luis Carlos, José Inés (QEPD), Isabel, Javier, Moisés, Geomar, Luzceliz, Jorge Luis y Osiris. Extramatrimonialmente tuvo a: Franklin, Carmenza Luis Carlos y Mónica López Meza, para un total de trece hijos.
Aportes
Este gran personaje contribuyó a que muchos jóvenes del caribe colombiano salieran de la ignorancia, descubrieran la sabiduría, asimilaran las ciencias, y adquirieran las buenas costumbres.
Fue un Maestro de Maestros, un gran ser humano, un referente para muchos docentes de su época, su enseñanza trascendió a muchos hogares de El Copey y de la región.
Son muchas las generaciones que pasaron por su colegio, los cuales a pesar del tiempo aún lo recuerdan como ese gran catedrático, de integridad probada, altruista y social; que se esmeró por dejar en alto el nombre del Instituto Antonio Nariño y de su amado Caracolicito.
Apreciado por sus alumnos |
Recuerdan al gran profesor con su gran sonrisa, su varita de totumo y su regla de madera, empleada para corregir cada operación aritmética que salía incorrecta, o cada error ortográfico, indisciplina etc.
También rememoran la costumbre del profesor Ojito de ,sentarse con una vasija de muchos mangos para devorarlos con premura. Otros recuerdan las pruebas de aritmética en el tablero de doble cara, el fogueo debajo del palo de higuito con “María Moreno” en la mano, así como los bolis de tamarindo en la tienda de al lado, en la casa de la sra. Victoria Brujes, atendida por Juancho.
El ilustre maestro junto con Flor, su adorada esposa, quien lo acompañó en su carrera docente, como gestora y promotora de todos los logros que alcanzó el Instituto, se anticiparon por años a los actuales programas pedagógicos: como el énfasis por la lectura y la escritura de los niños de primaria. En efecto el profesor Ojito y su señora estaban adelantados en los conceptos académicos, en preescolar la seño Flor enseñaba a leer y escribir con probada caligrafía, excelente pronunciación y compresión de lectura. En segundo de primaria los alumnos mostraban habilidades en las matemáticas, aplicando a la perfección las cuatro operaciones básicas.
Pero no solamente los anteriores métodos promovió el inolvidable profesor en su afamada institución, también otros aspectos educativos del presente, con su sabia e innata pedagogía impartió con mucho éxito y anticipación, como por ejemplo: el pensamiento matemático, el uso correcto del lenguaje, la oratoria, la ortografía, y la urbanidad, hoy llamada "Competencias ciudadanas".
Igualmente en este colegio se proporcionaba una educación religiosa de gran impacto en sus alumnos, los días sábados era usual las clases de religión, donde se inculcaba conocimientos sobre la palabra de Dios, las virtudes, las buenas costumbres y el catecismo...
El profesor Ojito era un docente culto y polifacético, dominaba un sinnúmero de asignaturas, desde geografía donde pregonaba con destreza el conocimiento de todas las capitales del mundo; lengua castellana donde dominaba todos los verbos regulares e irregulares con sus respectivas conjugaciones; matemáticas, donde conocía con exactitud el libro "Álgebra de Baldor", a tal punto que tenía memorizada cada una de sus páginas, lo que le permitía prescindir de guías en sus clases.
Internado
En el Instituto Antonio Nariño también funcionó un internado, donde vivían y estudiaban adolescentes de toda la región: Fundación, Algarrobo, Monterrubio, San Ángel, El Copey, Bosconia, Colonia Chimila, entre otros.
Sus padres confiaban su cuidado y educación al legendario profesor, quien con “mano de hierro” forjaba el carácter de estos jóvenes, algunos de ellos verdaderos dolores de cabeza para sus progenitores.
Era tal la fama que adquirió este colegio como aconductador de trayectorias erráticas, que en toda esta provincia se acostumbraba amenazar con matricular en esta Institución a los indisciplinados y zafios que desobedecían a sus padres, o no daban muestras de buenas costumbres.
En este colegio trabajó como profesor Atilio José Núñez Bovea, también cienaguero, nacido un 11 de marzo de 1942, quien se radicó en Caracolicito en 1964, y murió el 6 de mayo de 2019. El profesor Núñez y Ojito conformaron un dúo educativo del que se beneficiaron muchos estudiantes.
Otro docente fue el profe Bolaños, experto en “reglazos”, quien con frecuencia resquebrajaba las reglas sobre las manos de sus alumnos. Para desconsuelo de los desaplicados colegiales, el deteriorado elemento de medición era rápidamente repuesto por suministros fabricados por el señor Pablo Meriño.
Día de las Madres
El día de las Madres era todo un acontecimiento de gran calado en Caracolicito, era la época dorada de este corregimiento, cuando la vía que comunicaba Fundación con Valledupar atravesaba su calle principal.
En el INSTITUTO ANTONIO NARIÑO, en cabeza de su egregio rector, se festejaba con todos los honores el día de las mamás. Aquellos que fueron testigos de esa tradición expresan con añoranza sus recuerdos sobre la mejor de las fiestas en honor a las progenitoras: era una fecha donde los alumnos declamaban poemas, entonaban canciones, realizaban dramas y concursos, se proporcionaban regalos a las madres de varios hijos, y los profesores brindaban por la delicada misión de las agasajadas, entre otras actividades.
Dentro de los poemas que el profesor Ojito le pedía a sus alumnos declamar estaba la Gran Miseria Humana.
Los alumnos ese día vestían el uniforme de gala para ir a la Santa Misa, portando un clavel rojo los que tuvieran a sus madres con vida, y blanco los que la tenían muerta.
Testimonios
Profesor Ojito |
1. Ayer vi algo que me llenó de profunda tristeza y me hizo recordar cosas de mi infancia, sentí la necesidad de curar mi corazón y la forma que encontré fue la escribir esta carta para ti papá.
Fuiste un gran hombre, un excelente padre, un buen amigo y un maestro incomparable, dejaste una huella imborrable en muchas de las generaciones de un pueblo que te abrió las puertas y te acogió como a un hijo.
Demostraste que el ser humano tiene la capacidad de educarse por si mismo, que la más grande riqueza que el hombre puede tener es el conocimiento y que las barreras sólo existen en la mente de las personas.
Me enseñantes todas las operaciones, a cubicar terreno y resolver raíces cuadradas, que la rapidez mental hacía la diferencia entre un caramelo y un reglazo, que la sabia alimenta las plantas, que las mirlas cantan por la mañana y que el significado de dandi es hombre elegante.
Me enseñaste a saber cual era el sujeto y el predicado y el significado de cada palabra que forma una oración, el tipo de palabra según el acento, y el cuándo ir tildadas.
Contigo aprendí a desarrollar muchas habilidades, aprendí a amar una profesión que hizo parte de mi vida desde que fui una niña, aprendí a amar el arte de enseñar, de formar y de educar.
Gracias papá porque a parte de mi mamá, no había nadie que creyera tanto en mí como tú, gracias porque cada día que la vida me permitió vivir contigo, sentí que fui un orgullo para ti, gracias porque me dejaste la herencia y la riqueza más grande que me pudiste dejar y no fue precisamente tu apellido, sino el amor por mí misma, el creer que nada es imposible y que para ser un gran maestro el ingrediente principal es la vocación.
Luis Carlos López ojito para muchos fuiste un gran maestro... para mi siempre serás mi ejemplo, por eso gracias le doy a Dios por ser tú hija.
Mónica López Meza
2. Yo crecí y me crié en un pueblo del César, llamado Caracolicito, a quien todos decimos "Mi Caribe del alma", donde la familia era el comienzo de todo. No había dramas porque las situaciones se cortaban de raíz... y borrón y cuenta nueva.
Si te portabas mal te daban un correazo (o varios, jajaja) y si te ponías malcriado te abofeteaban la boca. Los niños no discutían con sus padres, los padres eran la ley. Los primos eran tus hermanos y los compañeros de escuela tus primos, estudie mi primaria en uno de los colegios más reconocidos de esa época, el Instituto Antonio Nariño, cuyo rector y propietario era el profesor Luis Carlos López Ojito, los maestros eran modelos; Y ay del que les faltara el respeto!. En ese lugar me enseñaron a saludar, a pedir la bendición, a despedirme, a decir gracias, a pedir permiso y a entender el lenguaje de los ojos.
Salíamos a jugar a la calle todos juntos, toda una aventura, nos subíamos a los árboles a coger guayabas, jugábamos a la comidita y hacíamos reinados, o al bate, bautizábamos las muñecas, también a Simón dice, la botella, el trompo, el escondite, la peregrina, a brincar la cuerda, la lleva, el kimbol, stop y otros.
Comíamos lo que nuestras madres cocinaban, PUNTO!: arroz con pollo, frijoles, lentejas, pollo con papas fritas o plátano maduro, pescado, arroz con atún, helado de un carrito que sólo pasaba los sábados por la calle principal del pueblo, que con su música y una campanita, llamaba a los que estaban cerca para que compraran (cuándo se acercaba el primer adulto al carrito terminaba comprándole a todos los niños de la cuadra. Y ni se diga de las panochas cuando pasaba la carretilla pregonando... pan pan pan, las frescolas de la tienda de la señora Victoria Brujes, con la amable atención del Popular Juancho.
Podíamos caminar de arriba para abajo o nos montábamos en nuestras bicicletas Monareta o Chopper (el que tuviera) e íbamos a casa de un amigo.
No teníamos miedo a nada y respetábamos a nuestros ancianos. Se nos enseñó el respeto por los demás y por la propiedad ajena.
Como niño, no se hablaba si un adulto estaba hablando. Si alguien tuvo una pelea, fue solo de puños. Los niños no teníamos armas cuando crecimos, excepto revólveres de palo o de fulminantes para jugar de vaqueros! Cómo gozábamos!!!
Cuando se hacía de noche sabíamos que era hora de entrar. Nos encantó ir a la escuela porque teníamos amor, cariño y respeto por los maestros y teníamos la dicha de ver a nuestros amigos. iAy del que le faltara el respeto a un maestro!
Miramos a nuestro alrededor, de la boca de nuestros ancianos escuchábamos historias y consejos porque sabíamos que si le faltábamos el respeto a algún adulto nos darían una nalgada, un correazo, con el rejo, la chancleta o con la mano una pela.
Cuando pasaba un avión, todos los niños salíamos y le cantábamos: "Adiós papá, adiós mamá, saluda a mi abuelita que se va a ahogar" Jejejejeje... Ni se diga de bañarse en el aguacero, eso era diversión pura.
Nos metíamos a la casa de nuestros vecinos y la mamá nos daba comida a todos, nadie cogía nada sin permiso y no se hacía tanto desorden porque siempre nos ponían a recoger.
Conocíamos a todos los del pueblo y todos nos echaban ojo
Como quisiera que pudiéramos volver a esos tiempos porque estamos perdiendo a nuestros hijos en una sociedad sin respeto a la autoridad, la compasión y sensibilidad por los demás.
HOMENAJE
En octubre de 1988, autoridades eclesiásticas y civiles, así como ex-alumnos del Instituto Antonio Nariño, se dieron cita en Caracolicito para homenajear al excelso profesor: Luis Carlos López Ojito.
Hubo representación de la Alcaldía de El Copey en cabeza de don Luis Laborde, de la Gobernación del Cesar, y de la Junta de Acción Comunal. Fabio Ovalle fue el Presidente organizador.
Del grupo de Ex-alumnos del Instituto Antonio Nariño: Ramiro Bracho, Roque Gullo, Vicente Ovalle, Rafael Daza, Fabio Ovalle (QEPD), Santiago Fontalvo, Moisés Ovalle, Libardo, Mario y Óscar Fonseca, Gito Quiróz (QEPD), entre otros.
Caracolicito está en mora de rebautizar el Colegio Departamental con el nombre de este ilustre maestro, y de reconstruir el Instituto Antonio Nariño para convertirlo en una biblioteca...
Estado actual del Colegio:
Se hace necesario reconstruir la historia de esta memorable Institución
Los que puedan hacer sus comentarios sobre más datos del célebre maestro, de su colegio y familia, le agradeceríamos. Así como precisiones al artículo.
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Excelente historia. Un personaje de nuestra región..
ResponderEliminarMuestra una gran parte de su biografía y demás, sin embargo, deja por fuera a otros hijos que también tienen derecho a estar dentro de su historia. Porque sino, se convierte en tan solo un fragmento de ella.
ResponderEliminarDebieron averiguar realmente el número de hijos que tuvo mi papá, realmente somos 13, nueve que tuvo en su matrimonio con la seño flor : Luis Carlos, José Inés, isabel, Javier, Moisés, geomar, luzceliz, Jorge Luis y Osiris.
ResponderEliminarFranklin, Carmenza Luis Carlos López Meza y yo, Mónica López Meza
Muchas gracias por la Información. Bienvenidos más datos importantes como el lugar de su sepultura.
EliminarBuena semblanza, conozco algunos de sus hijos y doy fe que tuvieron un buen ejemplo a seguir.
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