enero 02, 2019

TERCIARIAS CAPUCHINAS



La Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, es una institución de la Iglesia Católica, fundada por el venerable fraile capuchino: Fray Luis Amigó y Ferrer, Obispo, el 11 de mayo de 1885 en el Santuario de Nuestra Señora de Montiel en Valencia España. 

Todo empezó con del apostolado que este Obispo ejercía con las mujeres de las Congregaciones de la Tercera Orden Franciscana Seglar establecidas en los pueblos cercanos al Convento de La Magdalena, donde él residía.
Fueron aquellas seglares comprometidas las que ayudaron de forma determinante a descubrir que Dios le llamaba a ser el iniciador de una nueva familia religiosa en el seno de la Iglesia.

Para ellas, a su medida escribió el Padre Luis Amigó las Constituciones, pero antes de que se llevase a cabo la fundación canónica, unas piadosas mujeres que venían haciendo vida conventual en el Santuario de la Virgen de Montiel pidieron ser admitidas en el nuevo proyecto de vida.

Nada más nacer, la Congregación recibió su bautismo de sangre, al desatarse en Valencia una epidemia de cólera y fallecer, atendiendo a los enfermos, cuatro hermanas. El sacrificio, sin embargo, no fue baldío, como fruto inmediato del mismo se abrió en Masamagrell –el 9 de agosto de 1885- un Asilo para niños, que ampliaba decisivamente el campo apostólico de la Congregación, establecido hasta ese momento en el hospital de Benaguacil.

La Congregación siguió creciendo y abriéndose camino, intentando responder a los signos de los tiempos, por eso el 8 de febrero de 1905, cinco hermanas partieron para Riohacha en Colombia; en 1927 hacia Venezuela y en 1929 hacia China, así se fue abriendo el camino misionero de  esta Congregación.

PRESENCIA EN COLOMBIA

Hermanas Antonia y Felipa

Era tal el ardor misionero de las Terciarias Capuchinas, que con solo veinte años de fundada, salen por primera vez de España a expandirse por el mundo, siendo Colombia, su primera aventura evangelizadora.


ITINERARIO DE LA CONGRAGACION EN COLOMBIA 

8 Febrero de 1905: Salen las primeras Religiosas desde Masamagrell, España. 
11 Febrero de 1905: Toman barco en Barcelona rumbo a Colombia.
14 de Marzo de 1905: Llegan a Puerto Colombia.
4 Abril de 1905: Llegan a Riohacha (Casa Cuna de la Comunidad, en América).

Primeras misioneras: 

La muy Reverenda Madre Visitación De Manises, Comisaria y Superiora de la Casa de Riohacha; las madres: Isabel De Bonisa, Clara De Beniarjo, Purificación de Navarres y Elena de Barranquilla. 

Con estas cinco religiosas misioneras se dio comienzo a la trayectoria Apostólica y Evangelizadora de Colombia, quienes llegaron al país en una época difícil, recién pasada la guerra de los mil días. No fue un programa de fácil realización debido a los rudos elementos de la época, que en la Guajira se hacían más escasos, con perseverancia fueron desbrozando de las almas aborígenes algunas prácticas paganas, y conformando sus costumbres ancestrales con las de virtudes cristianas. 

Se empezó con un servicio que bien podría llamarse ambulatorio, a lomo de bestia, bajo un sol canicular, desafiando los vientos y las sequías, y ostentando como únicas normas su fe, el afán misionero y su total desprendimiento de las cosas de este mundo.

Les tocó a estas primeras hidalgas mujeres, formar la vanguardia de la nobilísima cruzada, encumbradas en méritos y excelsas condiciones, para sembrar el mensaje primero de las capuchinas en tierra colombiana.

Escogieron a Riohacha como la plaza inicial, por su cercanía a la mágica península, entonces poblada por tribus de primitivos instintos y peligrosa índole, a quienes con paciente la labor catequizadora, les fueron transmitiendo vivas esperanzas y amor por Cristo.

Estas primeras luchadoras de la jornada, habían abandonado las comodidades de sus hogares y a donde jamás volverían, dedicando su juventud y sus fuerzas a una tarea que envuelve piedad y patriotismo, amor a Dios y a Colombia, con el propósito de llevarles la fe y la moral a los últimos reductos de las tribus del Caribe.

Cada día aumentaban las espirituales cosechas, nuevas monjas llegaban a coadyuvar en la imponlucha: la Madre Genoveva de Valencia, Imelda de Yarumal (muy recordada por su inteligencia y su cultura), Sor Bienvenida, Sor Clotilde, Sor Antonia y muchas otras fueron engrosando la filas de Jesús.

Colegios



Internado de Nazareth, Alta Guajira

Estas mujeres aguerridas fueron abriendo rápidamente escuelas por todo el país: Riohacha (1905), Yarumal (1912), Bucaramanga (1915), Urrao (1916), Valledupar (1923), Villanueva (1935), Montería (1923), San Andrés -isla- (1927), Bogotá (1934), Manizalez (1939), Armenia (1944), Cereté (1946), Fundación (1947), Puente Nacional (1947), Plato (1950), Medellín (1952), Barranquilla (1953), Tuluá (1962), Uribia (1986).


Establecieron internados en Nazareth (1914) y Aremasain (1910), en la Alta Guajira. El de Nazareth aún es regentando por ellas, donde les enseñan a las indias labores domésticas y educación formal, que éstas enseñan a su vez a otras nativas.

No hubo tregua en la intensa batalla, por las ardientes extensiones, por las costas salitrosas y áridas, por las colinas de Macuira, marchaban estas monjitas, predicadoras de la buena noticia. Entre los cardones silenciosos, se veían dibujadas sus siluetas, dura la corneta almidonada, anchas sus faldas humildes y abierto el corazón a los vientos de una fe que mueve las montañas. Eran portadoras insignes de la verdadera religión, la que no se orienta a fastuosidades que deslumbran, sino que flota allí donde la miseria ronda como terrible y poderosa enemiga, para buscar consuelo a los que sufren, amor a los que odian, piedad a los desvalidos, salvación a los hombres. Iban de sol a sol - de estrella a estrella. 

Desde el canto de los gallos, en el alba - estaban firmes en sus puestos, las claras noches de la Guajira recogían en el diapasón de sus vientos los salmos y los rezos, para regarlos por sus pampas y sus mares. La Voz de Cristo se extendía como planta silvestre y encontraba en la humildad de estas religiosas, que con su pobreza voluntaria, en su fe sincera y cierta, el mejor mensajero de sus excelencias. Los beneficios de la misión se han hecho visibles por la fuerza misma de su magnificencia y sin ostentaciones. Siervas humildes que recuerdan a Francisco de Asís, fuertes en la fe, grandes en la bondad, heroicas en el sufrimiento.


La labor capuchina ha escrito en tierras de misión las mejores páginas de su historia. Su fundador escribió en las primeras constituciones: “Si en algún tiempo la Iglesia las pidiese para las Misiones, se prestarán con toda docilidad”. Recibiendo del Padre Luis tales palabras, las primeras hermanas se entregan a la misión, que heredan del espíritu del fraile fundador,  espíritu que refleja desde los comienzos de su vida, por las alquerías de la huerta valenciana, luego en los pueblitos, cubiertos de vegetación y de brumas; más tarde, en las numerosas cartas que envía a sus hijas e hijos esparcidos por la tierra, enfatizando que las misiones pertenecen a la misma esencia del ser Capuchino.

¿De dónde surgió la idea de venir a Colombia? 

El venerable Fray Luis Amigó, entonces Provincial en España, recibe el pedido del Padre Francisco de Orihuela, Capuchino misionero en Colombia, que será luego Obispo de Santa Marta, pidiendo ayuda para la Misión de la Guajira. La respuesta no se hizo esperar; la Congregación se puso en camino, para realizar el sueño que palpitaba desde tiempo atrás en el corazón del Padre Fundador. ¡Ir a América!

El 8 de Febrero de 1905, salieron de Masamagrell (España) las primeras hermanas misioneras rumbo a Colombia; fueron ellas: la Madre Visitación de Manises, Isabel de Benisa, Clara de Beniarjó, Purificación de Navarrés y Elena de Barranquilla (Primera Terciaria Capuchina Colombiana). 

Después de 33 días de navegación arribaron a Puerto Colombia el 14 de Marzo. Luego de pasar unos días entre Barranquilla y Santa Marta, llegaron a Riohacha el 5 de abril. Eran las primeras plantas femeninas que pisaban aquellas playas y primera Congregación femenina que llegó como misionera a Colombia. 

La Hermana Helena

Lo realmente extraño, o más bien, providencial, es la presencia de una Colombiana entre las primeras Terciarias en misionar en Colombia. Se trata de la historia de la joven Gregoria Helena Armenta, miembro de una familia acaudalada de Barranquilla, que un día siente el llamado a consagrarse al Señor, pero no encuentra en su tierra la congregación que ella desea. Orientada por un Misionero Capuchino, emprende su viaje a España, a escondidas de su familia que no acepta esta decisión. El padre Fundador la recibió con profunda alegría, y después de realizar su formación en el postulantado y el noviciado, siendo profesa es enviada como misionera a su propia patria. 


Madre Elena

En efecto esta religiosa nace un 1 de diciembre de 1874, en Barranquilla, con el nombre de Gregoria Elena Armenta Calvo. Sus padres – don Agustín Armenta Garrido y doña Elena Calvo- constituían una de las familias de mayor prestancia y posibilidades económicas de la ciudad. 


Después de terminar sus estudios en el Colegio del Rosario de Barranquilla, y obtener el título de maestra y profesora de música, vive en su casa familiar los años de la juventud, frecuentando los ambientes propios en que se movía la alta sociedad barranquillera de la época. El toque de la gracia de Dios, le vino –según ella relató- un día en que entró a la Santa Misa en la Iglesia del Perpetuo Socorro de su Barranquilla natal y quedó absorta con la imagen de una niña que se acercó a comulgar. Buscó entonces consejo en el capuchino Eugenio de Carcagente, quien le habló de la Congregación. 

El 14 de abril de 1903 se embarca rumbo a España y llega a la Casa de Masamagrell el 15 de mayo. El 7 de febrero de 1905 emite sus primeros votos en la casa de Masamagrell, siendo así la primera religiosa colombiana de esta Congregación y la primera que no era española.

El 14 de marzo de 1905 llega nuevamente a Colombia, trasladándose el 4 de abril a Riohacha con el resto de la expedición, para fundar la primera casa de la Congregación en el país.

Más tarde y en compañía de la Hermana Genoveva de Valencia, emprende un viaje hacía Antioquia, que deja la fundación de la Casa de Yarumal el 29 de diciembre de 1912, de cuya primera comunidad formaría ella parte. 

Distintivo fundamental de la vida de la Hna. Elena fue su profunda identificación con el carisma de la Congregación, Recibió la primera formación en la cuna misma del Instituto junto al padre fundador y las primeras hermanas. Asimiló hondamente el espíritu franciscano, sobre todo su virtud más características como lo es la minoridad franciscana, prueba de ello fue la austeridad de la que hizo gala toda su vida, y la total pobreza que abrazó a pesar de haber sido educada en la abundancia de su hogar, llegando incluso a invertir todos sus bienes patrimoniales heredados en obras de la Congregación, en ayudas a pobres y en la promoción de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Una de estas obras fue la donación del terreno donde funciona el Colegio De La Sagrada Familia de Barranquilla.

Virtudes de las primeras religiosas

Las primeras religiosas llevaban en su corazón el ideal misionero, bebido en la fuente desde los orígenes. Fueron Terciarias Capuchinas de sabia Amigoniana, mujeres de temple, que nos abrieron brechas a fuerza de sudores, carencias, auténtica pobreza franciscana y coraje apostólico. Dóciles al Espíritu, acogieron los dones de fortaleza y discernimiento; se despojaron de todo para vivir el evangelio y transmitir su mensaje a los hermanos, siendo hermanas de aquellos a quienes fueron enviadas. Valientes y arriesgadas, porque tenían la certeza de que Dios estaba con ellas, descubrieron la presencia consoladora de Jesús, en todo momento.

Las Misión de la Guajira

El campo de acción misionera de estos territorios era muy basto y los recursos económicos muy pocos y la población pobrísima, quienes además vivian las consecuencias de la guerra civil que duró tres años, pero las hermanas estaban dispuestas a dar la vida, y su coraje, su generosidad y su espíritu de riesgo, haciendo honor al lema de la Congregación "AMOR, ABNEGACIÓN y SACRIFICIO". 

La labor apostólica de estas Misioneras comenzó en Riohacha con la fundación del Colegio Sagrada Familia. Los orfanatos y las visitas a las rancherías fueron el modo de realizar la evangelización inicial. Las fundaciones se fueron realizando en etapas sucesivas con el apoyo de los Padres Capuchinos encargados en aquel momento de esa zona.

AREMASAIN: Orfanato de San Antonio (1910) fue la primera Casa-Misión entre los indígenas Guajiros.

NAZARETH: Internado (1914), era ya la cuarta casa fundada en Colombia, también entre los indígenas Guajiros.

LA SIERRITA: entre indígenas Aruwacos, obra que se trasladó años más tarde a CODAZZI, como internado Divina Pastora y luego como Colegio.

SAN SEBASTIÁN DE RÁBAGO (Nabusimake): 9 Feb 1918, en la Sierra Nevada de Santa Marta, con los grupos Aruwacos.

De esta forma se fue extendiendo rápidamente la Congregación en Colombia, ayudado con la apertura del Noviciado en Yarumal (Antioquia), que permitió las multiplicación de las vocaciones, dando la posibilidad de hacer nuevas fundaciones.

Fray Luis Amigó y Ferrer



El Padre Fundador, Luis Amigó y Ferrer, nació en Masamagrell, Provincia de Valencia, España, de una familia muy cristiana e ingresó a la Orden de los Capuchinos. 

Siendo aún muy joven, a los 30 años, emprendió esta obra de singular importancia para la Iglesia: la fundación de dos congregaciones; la femenina primero y cuatro años más tarde, la de LOS TERCIARIOS CAPUCHINOS DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. Ésta, con un carisma muy específico: ayudar a redimir la niñez y la juventud con problemas de drogadicción. 

Su retrato se puede describir con estas palabras de Monseñor Lauzurica que fue contemporáneo suyo y se relacionó muy de cerca con él: El fondo de su ser era la paz, su vestidura la humildad. 

Fue un hombre de gran celo misionero, fundamentado en una fe sólida, confianza plena en la Providencia Divina y una singular experiencia de Dios, que iluminó toda su vida y que fue comunicando, despertando y cultivando en sus hijas e hijos hasta el final de sus días, porque su corazón era Misionero.


PRESENCIA EN CUATRO CONTINENTES


La comunidad está hoy presente en 30 países de 4 continentes: Europa, Asía, Africa y América, se encuentran divididas en 250 Comunidades, y la conforman con unas 1500 hermanas.


Desarrollan su acción pastoral en:
Educación
Protección, reeducación
Misiones
Salud
Otras obras de pastoral.



1. Educación
Buscan el crecimiento y la madurez de los niños y jóvenes en la fe, Conduciéndolos a un encuentro personal con Jesucristo y a una respuesta que se traduzca en presencia activa en la Iglesia y procurando la formación integral de la persona.

2. Protección, reeducación
"Fieles a su carisma salen en busca de las ovejas dispersas para atraer a las apartadas, curar a las heridas, fortalecer a las débiles y traer a las perdidas". Realizan su misión con la niñez y juventud en situación de riesgo o desajustes de conducta. 

3. Misiones 
Están presentes en lugares de evangelización inicial, respondiendo a la necesidad urgente de la Iglesia anunciando el Evangelio en lugares de Misión AD GENTES. 

4. Salud 
Se dedican con bondad y atenta solicitud al cuidado de los enfermos, viendo en ellos el rostro doliente de Cristo. Impulsando especialmente en los centros de salud el cuidado de la vida y el humanismo cristiano. Acompañan la soledad e invalidez de los ancianos atendiéndoles con paciencia y amor. 

5. Otras obras de pastoral 
Responden a las nuevas formas de pobreza acogiendo a los deportados y presentes en lugares de conflicto siendo portadores de paz, de reconciliación rechazando la violencia en todas sus formas. 

6. Organización 
La comunidad está dividida en provinicias y viceprovincias, presentes en los siguientes países: 

Europa: España, Bélgica, Alemania, Italia, Polonia, Eslovaquia.
America: Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Paraguay, Cuba, República Dominicana, México, Nicaragua y Puerto Rico.
Asia: Filipinas y Corea, China.
Africa: Zaire, Tanzania, Benin, Guinea Ecuatorial, Congo.

Misión
Su misión evangelizadora "imitando la actitud del Buen Pastor, la realizan con la niñez y juventud en el campo de la educación, protección y reeducación; en la asistencia a los enfermos, en la acción pastoral de la Iglesia y e los ambientes y lugares de evangelización inicial o misiones".





Capuchina de servicio en un hospital.

Cementerio orfanato de San Sebastián de Rábago.

Hermanas mártires:
Francisca, Serafina y Rosario




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