La primera referencia del acordeón en Colombia se remonta a la década de 1860, cuando el médico francés Charles Saffray desembarcó en Santa Marta. Este viajero escuchó en pleno desembarque los sonidos de un acordeón, sin especificar mayor información (Saffray, 1872 y 1948; Bermúdez, 2012b; Posada, 1984).
El texto de la referencia presenta dos problemas: no especifica la fecha de su viaje a Colombia y no da mayor información sobre el acordeón en Santa Marta. Melo (2001) argumenta que las descripciones del médico francés sobre “la guerra civil encabezada por Tomás Cipriano de Mosquera y sus relaciones con Julio Arboleda permiten estar seguro de que estuvo en Colombia en 1861 y 1862” (p. s.n.). De acuerdo con lo anterior, Saffray estuvo en Colombia entre 1860 y 1862, por lo que la referencia del acordeón en Santa Marta sería para los primeros años de esa década.
Para finales de la década de 1860, en pleno período de gobierno de los liberales radicales, se registraron estadísticas con información detallada sobre importaciones y exportaciones, países de procedencia o destino de los productos, puerto o aduana de entrada, cantidad en kilogramos, entre otros aspectos. Esta es la primera vez que se publican datos estadísticos de la importación de acordeones en Colombia, aunque solo para unos pocos años, con información del peso en kilogramo, procedencia y puerto de entrada.
El problema central es que la información no se registraba por unidades importadas sino por kilogramos o bultos, debido a que los impuestos se calculaban a partir del peso de los artículos importados. Esto complejiza el análisis si se quiere conocer la cantidad de instrumentos importados; de todas formas, se logra establecer el año de importación, el puerto de salida (en el exterior), la aduana de entrada (en Colombia) y el peso relativo de cada una de estas. Al consultar con expertos historiadores sobre el tema musical y de los instrumentos, se llegó a la conclusión de que un acordeón de finales del siglo XIX podría pesar entre dos y cuatro kilogramos, por lo que para estimar el número de instrumentos importados en estos años se asumió que cada acordeón pesaba tres kilogramos (A. Murgas, Comunicación personal, 5 de abril de 2017). Adicionalmente, se tomó como medida indicativa que por Cartagena en el año económico 1869-1870 se importaron “seis kilogramos de acordeón”, por lo que sería lógico pensar que en esa oportunidad se importaron dos acordeones por ese puerto del Caribe.
De acuerdo con lo anterior, en el año económico 1869-1870, Colombia importó 17 acordeones por sus diferentes aduanas del Caribe: once por Riohacha, cuatro por Sabanilla (Barranquilla) y dos por Cartagena. Resalta el hecho de que el mayor número de instrumentos se importó por la aduana de Riohacha (entre 1869 y 1873), región que con el tiempo se convertiría en la de mayor tradición acordeonera de Colombia. En los años en que se importaron los primeros acordeones por Riohacha, los principales comerciantes eran: Nicolás Daníes (de Curazao), Antonio Cano (español), Francois Dugand (francés), José Laborde Ariza (nació en Riohacha, de origen francés), Isaac Pinedo y Henrique Aarón (judíos sefarditas de Curazao), entre otros.
Del total de acordeones importados en ese año, nueve procedían de Nueva York, cuatro de Bremen, dos de Colón y dos Hamburgo. Al ser un instrumento producido en “Alemania”, Italia y Francia en su gran mayoría, es probable que los acordeones que se importaban de Nueva York y Colón fueran comprados en aquellos países europeos para luego ser vendidos en el Caribe y otros países de América Latina.
En el año 1871-1872 se presentó un crecimiento considerable, al importarse 291 acordeones, de los cuales el 63 % se hizo por la Aduana de Sabanilla y el resto por la de Cúcuta. Esta última ciudad no tuvo tradición de música con acordeón, por lo que se podría suponer que la mayoría de instrumentos fueron llevados a los pueblos ribereños a orillas del Magdalena Medio y aguas abajo fueron distribuidos en las poblaciones de los Estados Soberanos del Magdalena y Bolívar. Por las aduanas de Santa Marta y Riohacha se importaron pianos y otros instrumentos musicales. Al año siguiente las importaciones descendieron a 22 acordeones, todos introducidos por la Aduana de Sabanilla, sin especificar el puerto de origen.
La importación por los diferentes puertos del Caribe colombiano denota cómo el instrumento hizo su desembarco a lo largo de todo el litoral y rápidamente penetró al interior de la región Caribe por los ríos Magdalena, Ranchería, Cesar y Sinú, o siguió la ruta terrestre de Cúcuta, hasta llegar al río Magdalena, y de ahí a los diferentes pueblos de la región Caribe. La información de los tres años indica la importación de aproximadamente 330 acordeones, cifra considerable si se tiene en cuenta que era un instrumento nuevo, de escaso conocimiento por parte de la población costeña y colombiana en general. La importación de acordeones debía pagar una tarifa de aduana, la cual correspondía a la décima segunda clase (Ministerio de Hacienda, 1886).
Varios de los acordeones se importaban de Alemania, circunstancia originada no solo por la calidad del instrumento sino principalmente por los estrechos lazos comerciales que se habían establecido con aquellos puertos hanseáticos desde mediados del siglo XIX (Meisel y Viloria, 2002). En efecto, las exportaciones de tabaco y café convirtieron a Barranquilla, desde la segunda mitad del siglo XIX, en la ciudad de mayor dinamismo comercial en Colombia. En aquel momento el negocio tabacalero era dominado por comerciantes alemanes principalmente radicados en Barranquilla, y esto pudo incidir en que las marcas de los acordeones importados fueran en su mayor parte de aquel país (Bermúdez, 2012b).
Joaquín Viloria de La Hoz
Economista y Gerente de la Agencia Cultural del Banco de la República en Santa Marta
Acerca de esta publicación: El artículo titulado “ Cuando los acordeones desembarcaron en Colombia”, de Joaquín Viloria de La Hoz, constituye un capítulo extraído del ensayo académico “Un paseo a lomo de acordeón” del mismo autor.
Biografía: Panorama cultural
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