julio 18, 2021

LA PAPINDÓ: FAMOSA LOCOMOTORA

 

La Papindó saliendo de Santa Marta

El Ferrocarril de Santa Marta partía cada día desde Santa Marta con destino al corregimiento de La Envidia (hoy Fundación). Tenía entre sus servicios un tren al que llamaban de palito, era una locomotora mixta; de carga y de pasajeros. Se llamaba de palito porque los asientos eran de madera, incómodos y por ello el pasaje mucho más económico, destinado al transporte de carga y pasajeros.

La máquina número 44, fue una de las primeras locomotoras de esta línea férrea, la que más vagones tiraba, y era maniobraba por “Kid Dunlop”, un célebre samario que combinaba los trabajos del tren con la práctica del boxeo. Su nombre de pila era José Dolores Erebrie Luxen, mejor conocido como Kid Dunlop (1918-1984), hijo de Alejandro Erebrie, quien salió huyendo en el año 1908 de Fort de France, Martinica, para aterrizar en Santa Marta con su esposa Agustine Luxén. 

En este tren de palito, los sábados y domingos, algunos habitantes de La Envidia, Buenos Aires, Aracataca, Zoneros, Cienagueros y Gaireros, después de sus jornadas de trabajo, tomaban este medio de transporte en dirección de Santa Marta, para deleitarse con los placeres sexuales de la francesa Madeleine, a quien apodaban “La Papindó”, cuya fama en sus servicios abarcaba toda la región. Fue tanta la popularidad de esta meretriz, que al tren de palito le colocaron el nombre de “La Papindó”, en honor a esta prostituta europea, la más codiciada por los obreros bananeros. 

Transcurrían los años en donde el espectáculo era ver transitar esos interminables trenes bananeros, cargados de fruta con destino al puerto samario, donde jacarandosa silbaba la Papindó, la más vieja de las locomotoras. Era usual en las diferentes estaciones de la línea del ferrocarril, escuchar a desesperados pasajeros expresar:

- “Está demorando en pasar “La Papindó”.

LA PROSTITUCIÓN

Peinado papindó

Con la llegada del ferrocarril y el auge bananero, desde principios del siglo XX, entre La Envidia y Santa Marta se comenzó a recibir influjos americanos y europeos, traídos por la hojarascas de inmigrantes que llegaron a esta región.

Este intercambio comercial propició la llegada no solo de mercancía y extranjeros, sino también la aparición de algunos vicios propios de estas culturas, como la prostitución europea, que cambiaron la mentalidad, costumbres y valores de esta región. Fue así como por los años de 1920, una hermosa y encantadora francesa, atraída por el auge de la industria bananera, llegó a la ciudad de Santa Marta con su llamativo peinado papindó, a lucrarse de la prostitución en los bares del sector norte, especialmente en la calle 8, llamada “Calle de las Piedras” o “Calle de la Perdición”, del barrio Pescaito. 

Ese peinado francés le valió el apodo de “La Papindó”, coqueta mujer que desde el primer día deslumbró a los samarios con su belleza, su corte de cabello y por su novedosa forma de ejercer su actividad sexual.

Entre todas las meretrices que pululaban por Santa Marta, las francesas eran las predilectas de los samarios, por esta razón se ganaron los títulos de “Mamasantonas”, “Damiselas”, “Collas”, “Putas”, de parte de las celosas damas de la sociedad samaria, por tener exaltados los bajos instintos de sus esposos. 

Hombres ansiosos que por sus atractivos físicosacudían a los salones de diversión de la calle de las piedras, donde afanados sitios con nombres franceses como: “Marie Petit”, “Paris S'illumine”, “Luces de Paris” y “La Francesa”, prestaban estos servicios. 

En estos salones conocidos en la jerga popular como: academias, bares, burdeles, cabarets o putiaderos, los hombres encontraban mujeres exuberantes y sin moral que les ayudaban a experimentar e iniciarse en los placeres mundanos, trayendo a Santa Marta una gran novedad: el sexo oral.

“La Papindó”, era la apetecida precisamente por esta desconocida práctica erótica. El atractivo del sexo oral causó tanta sensación y locura, que los clientes apartaban largos turnos para acostarse con Madeleine, mientras que los que no podían costear una velada con la encantadora ramera se limitaban a observar sus atributos en la penumbra de los focos rojos y confortados con media de ron Caña o siete letras. La revolución sexual en Santa Marta y la región había empezado.

Estas damiselas francesas en sus burdeles bañaban a sus clientes con soluciones de finas hierbas y aromas especiales traídas desde europa, que luego ellas mismas empezaron a fabricar en Santa Marta.

El peinado papindó fue la moda de la década veinte del siglo XX, cuando el glamour de París, se imponía en Santa Marta. Consistía en un corte y peinado corto, en todas sus partes, excepto en el copete.

Hay un canto inserto en “Lexicón del Valle de Upar” que dice: 

 Mijita que estás haciendo….? 
 cortándome el papindó 
 mijita no te lo cortes 
 que ya la moda pasó.


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