septiembre 19, 2017

HISTORIA DEL BARRIO EL PRADO



EL TRAZADO URBANO DE LA URBANIZACION EL PRADO.




El barrio El Prado fue la experiencia urbanística más novedosa realizada por el sector privado para solucionar la crisis de vivienda que padecía Barranquilla en la década de los veinte. Particularmente resolvía el tema de vivienda a los estratos altos, y en su momento representaba una expansión de la ciudad del 55,45 % (130ha) del área total de expansión urbana, frente al 45,31% del desarrollo tradicional.

Su implantación significó una ruptura con la dinámica urbana que llevaba la ciudad hasta 1920, pues la urbanización El Prado se desarrolló en la periferia del casco urbano en una finca del mismo nombre, con una elevación promedio de cincuenta y un metros sobre el nivel del mar. El trazado de las manzanas, en su costado más largo estaba orientado perpendicularmente a la dirección de los vientos alisios por lo que la sensación de confort térmico mejoró en forma significativa, comparada con la temperatura cálida y húmeda del centro, más cerca del río.

Si bien era una propuesta de parcelación de una finca para subdividir en predios de menor tamaño individualizados − como se venía haciendo en la ciudad desde principios de siglo− lo novedoso de la urbanización de El Prado en ese momento fue: 

1) Que generaba una división funcional de la ciudad dejando los comercios y trasladando del centro de la misma a un barrio periférico la residencia de muchos comerciantes y empresarios que habían logrado acumular riqueza con la dinámica comercial de Barranquilla.

2) Imponía un conjunto de normas urbanas y de comportamiento social a sus compradores.

3) Los lotes eran entregados con servicios públicos instalados y calles asfaltadas. 

4) La trama urbana de la urbanización contemplaba áreas libres para parques, bulevares, zona municipal, retiros laterales y de fondo, andenes, antejardines y vías anchas para el automóvil, ampliando el espacio urbano y disminuyendo la densidad de vivienda por hectárea.

La Compañía Urbanizadora de El Prado imponía normas más precisas para emplazar las viviendas y realizar sus inversiones. El hecho de imponer procedimientos administrativos y normas urbanas implicaba una restricción en la conducta que, a su vez, generaba unos códigos de comportamiento y una noción moderna de ética ciudadana. Vivir en la ciudad era pasar de habitante a ciudadano, lo que implicaba obligaciones y deberes, como lo pregonaba la revista Mejoras en su permanente invocación a la necesidad de fortalecer un espíritu cívico en la ciudad.



Apartes de la tesis para optar al título de Arte y Arquitectura de la Universidad Nacional.
Por Carlos Bell Lemus, arquitecto
Barrio El Prado, un viaje hacia el pasado. P. 36 Capítulo 2




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