La vida del juglar Juan Manuel Polo Cervantes, más conocido como Juancho Polo Valencia, quien nació el 18 de septiembre de 1918 en Caimán o Candelaria, Magdalena, y falleció el 22 de julio de 1978 en Fundación, tiene los más grandes matices de gloria porque supo dibujar en melodías y letras sencillas, pero con alto grado de filosofía todo lo que atrapó su corazón, logrando la proeza de hacerlas desfilar por su pensamiento.
Esas canciones, le dieron la virtud de ser un juglar completo porque tocaba su acordeón, componía, cantaba y hasta tomaba ron. Era tanta su pasión juglaresca, que todo giraba alrededor de una botella de Ron Caña.
En esas andanzas por territorio costeño, en una ocasión hizo parada en uno de los pueblos del Cesar, y conoció a una mujer que le puso su inspiración de fiesta para cantarle:
“Estrella del universo/ estrellita/ dame razón de Emilita/ me le llevas estos versos/ cuando la encuentres solita”.
Ante el desplante hecho por la agraciada morena, Juancho Polo desistió de sus planes de conquista, pero Emilita quedó premiada con la canción que tiene un glosario de filosofía donde el amor flotó alrededor del universo que solamente logró posarse en el corazón de un hombre cuya ilusión genial traspasó las fronteras del alma.
EMILIA FERRERIRA NÚÑEZ LA PLATEÑA QUE INSPIRÓ A JUANCHO POLO VALENCIA EN LA CANCIÓN LUCERO ESPIRITUAL |
Ella, Emilia Ferreira Núñez, trabajaba en un puesto de comidas a orillas de la carretera que de Valledupar conduce a Bosconia, exactamente donde hoy se ubica el corregimiento de Caracolí. De salida, Juancho Polo se fijó en esa morena gordita de 20 años, hoy cuenta con 65, para echarle la más grande carga de piropos y dedicarle la canción ‘Lucero espiritual’, inspiración que grabó en 1971 para Discos Fuentes, y que a partir de 1990 se convirtió en insignia de la música vallenata a través del canto de Diomedes Díaz y el acordeón de ‘Juancho’ Rois.
De ‘Lucero espiritual’ también existen las versiones de Poncho Olmedo y Alejo Orozco, Pedro Laza y Los Pelayeros, La banda Once de Enero, Eibar Gutiérrez y un dúo que realizó el mismo Diomedes con Poncho Zuleta en el trabajo musical ‘Las Voces Vallenatas’, entre otras.
Historia de la canción
Desde hace 30 años Emilia Ferreira Núñez, natural de Plato (Magdalena), reside en el barrio San Martín de Valledupar, casada y con siete hijos, rememora con gracia la historia del enamoramiento que tuvo Juancho Polo Valencia con ella y de la canción que le compuso.
‘Emilita’ como cariñosamente la bautizó Juancho Polo, retrocede en el tiempo, sonríe y comienza a narrar. “Mi mamá, Teodosia Núñez, le pidió a la señora Edith que me dejara trabajar en su puesto de comidas. No tenía mucho tiempo en esa labor cuando llegó a almorzar un señor flaco, ensombrerado y con una camisa de colorines. No más le llevé la comida a la mesa me preguntó por mi nombre, le dije que me llamaba Emilia y él se presentó como Juancho Polo. No demoró mucho tiempo y comenzó a piropearme”.
Recuerda que esa fue la primera vez donde también le cantó varias canciones acompañado de su acordeón. A ella no le llamó la atención el personaje, situación que narra de la siguiente manera. “Juancho Polo era bastante mayor que yo, tenía como 50 años, más o menos, y tomaba mucho ron. En otras palabras, no me gustó para nada. La segunda vez que llegó al puesto me le escondí y le pedí a otra de las muchachas que lo atendiera, pero él insistió que fuera porque me estaba haciendo una canción. Así fue, no más llegué comenzó a tocar su acordeón y a cantar, hasta me dijo que yo para él era Emilita”.
La mejor canción
Cuarenta y cinco años después de aquel acontecimiento, Emilia dice que ella nunca le dio pie para que Juancho Polo lograra su cometido, y en varias oportunidades se portó indiferente.
Ante el desplante hecho por la agraciada morena, Juancho Polo desistió de sus planes de conquista, pero Emilita quedó premiada con la canción que tiene un glosario de filosofía donde el amor flotó alrededor del universo que solamente logró posarse en el corazón de un hombre cuya ilusión genial traspasó las fronteras del alma.
Cuando la canción ‘Lucero espiritual’ tomó vuelo y se escuchaba por todas partes, incluso en el Festival de la Leyenda Vallenata, donde en la final de 1991 la ejecutó el acordeonero ‘Juancho’ Rois, la inspiradora dimensionó el detalle que le hizo el gran juglar, a quien nunca le dio las gracias, si no que le huía.
Al preguntarle la razón de su actitud esquiva, quizás porque la había tratado de gorda: “Tiene figura de un globo”, suelta una carcajada y comenta: “Para nada, era porque no era hombre para mí, y en ese momento no quería compromisos”.
Emilia sigue desempolvando los recuerdos: “En verdad, la canción que en algunas partes no entiendo mucho gustó, y la versión que me llama la atención es la de Diomedes Díaz. Cuando suena en la radio, uno de mis hijos me dice: Mamá, oye tu canción. Eso sí, puedo decir que Juancho Polo era buen músico, y en poco tiempo compuso esa canción delante de mí”.
Entonces, relata que a Juancho Polo Valencia no lo volvió a ver más, sabía de él por la radio donde escuchaba sus canciones. “De su muerte me enteré por una emisora, y me acordé de la canción que me hizo en el pueblo de Caracolí”. Esa misma canción, de la cual el propio Juancho Polo Valencia le dijo al ganadero pivijayero Alfonso Severini que era mejor que ‘Alicia adorada’.
Juancho Polo, el flaco juglar andariego, se describió sin dientes y sin muelas, que no tuvo grado de escuela, pero que el cantar era su ciencia; supo salir de su querido territorio para irradiar felicidad a través de sus canciones, e incluso, en su mayor etapa de dolor dejó sentado que donde quiera uno se muere, todas las tierras son benditas.
Lucero espiritual
lucero, lucero
lucero espiritual
Eres mas alto que el hombre
Yo no sé dónde se esconde
En este mundo historial
Yo pensando en esa estrella
Tiene figuras de un globo
Yo te quiero a mi acomodo
En mi tierra y fuera de ella
(Bis).
Pero yo no se donde se esconde
En este mundo historial
estrella del universo estrellita
dame razón de Emilita ...Ay hombe
me le llevas estos versos
cuando la encuentres sólita
y yo pensando en esa estrella
tiene figuras de un globo
yo siempre soy Juancho Polo
en mi tierra y fuera de ella
(Bis).
Pero yo no se donde se esconde
En este mundo historial
(bis)
Por Juan Rincón Vanegas
El Pilon. 18 de Septiembre del 2014
El Pilon. 18 de Septiembre del 2014
EL LUCERO ESPIRITUAL
DE JUANCHO POLO Por: Fabio Fernando Meza No extraña ya que las grandes y legendarias figuras del canto vallenato mueran revolcándose en medio de sus propios excrementos y en la más completa indigencia aún hoy día, mientras que cantantes y casas disqueras se enriquecen con el talento ajeno. El 22 de julio nadie se acordó que un día como ese de 1978 murió Juan Antonio Polo Cervantes, nuestro coreado y mil veces cantado Juancho Polo Valencia. Sí, el mismo que años después le diera éxitos, plata y popularidad a cantantes como Jorge Oñate, Diomedes Díaz, Poncho Zuleta, Carlos Vives, Peter Manjarrés, Iván Villazón, entre otros, que interpretan sus canciones mientras él no tuvo para su propio entierro. Algunas personas me dicen que el nombre de Juancho era en verdad Juan Polo Saavedra. Pero para todos será Juancho Polo Valencia hasta el fin de los tiempos. ¿Quién no recuerda a la famosa canción Alicia Adorada? la misma que una noche de tragos (como muchas de su enguayabada vida) cantó Juancho Polo en una parranda y a Alejo Durán que estaba presente le gustó tanto que ofreció comprársela. La vendió. Pero la plata se quedó ahí en la cantina. La canción era tan popular en la región que nadie aceptó que fuera firmada por Alejo, quién después la grabó bajo su autoría. Tocó devolverla al dueño legítimo. Esa no fue su única canción ni la más famosa. Hay cientos de ellas. Esa canción es inmortal al igual la que dice que “el Lucero Espiritual es más alto que el hombre y que él no sabe dónde se esconde en este mundo historial”. “Filosofía popular y aplicada a la vida cotidiana por un ser humano extraordinario que no conocía la letra O ni por lo cuadrada”, diría mi hermana Isyoli. Alicia Adorada es una elegía a la señora Alicia Carrillo, la esposa muerta del poeta, cuyo deceso se produjo sola en la casa por complicaciones al momento del parto en la población magdalenense de Flores de María. Es un reclamo injusto y desesperado el que hace Juancho Polo en esa canción. Si la señora Alicia murió solita fue porque él nunca estuvo cuando se le necesitaba, sino malvendiendo su talento por una botella de ron barato por todos los rincones de la costa. Es famosa la frase de Juancho Polo cuando un político de la región lo buscó para que fuera a cantarle al entonces presidente de los colombianos y lo encontró tirado en un pretil borracho y revolcado en sus propios vómitos: “Dígale al presidente que si me quiere oír cantar que venga aquí donde estoy y traiga trago”. Quizás el único día que se levantaría de su hamaca sobrio no lo alcanzó a disfrutar. Porque su nieto que tanto lo amaba, así como uno quiere a los inolvidables y tiernos abuelos, le llevó el tinto de la madrugada y ya Juancho Polo no se lo pudo tomar ni sentir el aroma reconfortante de la bebida porque estaba muerto. Juancho Polo vivía al garete, aquí y allá y dormía donde se lo cogiera la noche o donde lo encontrara el diluvio inmisericorde que caía en esa zona en épocas de invierno. El destino poco le sonrió a este juglar vallenato porque de los limones que están regados en el suelo del destino parece que él cogió el que estaba biche, ya que es lo que refleja los pocos momentos gratos que vivió y los muchos ingratos que padeció. Sus amigos de infancia y de parranda lo recuerdan así, con su sombreo vueltiao sucio, su camisa tropical de cuadros, su pantalón de pana gris, su aspecto desgarbado, su voz ronca y cada vez más apagada, sus abarcas remendadas (la que alguna vez cuando se quedó dormido de la borrachera tirado en cualquier parte le robaron junto al sombrero y los lentes que nunca usaba) al igual que el acordeón colgado en bandolera en su hombro. Así lo recuerdan. Juancho Polo la mayoría de las veces cantaba a cambio de licor. La única pausa que hizo del trago fue para no llegarle borracho a su esposa cuando se juntaran en el cielo de tambores donde ella lo esperaba para seguir amándolo con todos sus defectos y sus pocas virtudes. Cumplió. Javier Franco Altamar, dice que Juancho Polo nació en Candelaria, un pueblo situado en el municipio de Cerro de San Antonio, Magdalena, un 18 de septiembre de 1918; que sus amigos de parranda le cambiaron el Cervantes por el Valencia debido a su inclinación por recitales poéticos y afición musical que les recordaba a un poeta con ese apellido ilustre de la rancia aristocracia cachaca que llegó a ser presidente. Juancho Polo vagó más que nunca después que sepultó a su esposa buscándole razones a la desaparición de alguien que lo aceptaba tal como era: feo, borracho, sin su oreja derecha, sucio, irresponsable y casi siempre sin un centavo en el bolsillo. Pero con unas cualidades y calidades para la composición impresionantes. Juancho Polo fue enterrado con sus casi 60 años mal vividos en el cementerio del pueblo donde la muerte se condolió de él: Fundación, Magdalena. Dicen quienes presenciaron el sepelio que nunca hubo ni habrá un entierro tan multitudinario como aquel del 24 de julio de 1978 donde Juancho Polo comenzó a convertirse en el Lucero Espiritual de los actuales cantantes vallenatos que vieron en sus obras una mina de oro. Pero como decía el mismo poeta cantor: “donde quiera que uno muere, todas las tierras son benditas”. Siempre me ha asaltado una duda respecto de Juancho Polo y ojalá los burocráticos directivos de Sayco se dignaran responderla alguna vez que estén desocupados: ¿qué pasa con las regalías de este prolífico autor después de su muerte?. Porque en vida jamás gozó de ellas y me imagino que después de muerto el perro acabada la sarna. O tocará preguntarle a nuestro amigo y abogado de causas perdidas, al doctor Eduardo Luís Mercado, qué pasa con esas regalías. Y preguntarle también si es cierta la versión de que Sayco por cada 10 pesos que recibe invierte 8 pesos en su burocracia y sólo 2 pesos destina a los autores y compositores. Nada de raro tiene que así sea. FABIO FERNANDO MEZA | |||
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