julio 01, 2015

LA CUMBIA Y EL MESTIZAJE MUSICAL






Por Raúl Ospino Rangel


ORIGEN Y FUSIÓN

 Las raíces de la cumbia, se encuentran en los actos funerarios y musicales de los indios Chimila, Pocabuy, Tayronas, establecidos en La Sierra Nevada de Santa Marta y en las riberas del Rio Magdalena. Según testimonios de los cronistas, escribanos, militares y diplomáticos extranjeros que estuvieron en esta bendita tierra, se origina en el siglo XVI; cuando el alegre ritmo caribeño tomó forma en la Sierra Nevada y en los pueblos a orillas del Río Magdalena. Luego se desarrolla en un largo proceso de tres elementos etnoculturales: Cuando se fusionan música indígenas, de blancos españoles y negros africanos, adoptando gaitas y flautas, maracas y tambores. Primero se dio la fusión negro-aborigen, comenzando como una música y danza de cortejo entre africanos e indígenas; y luego se enriqueció con el aporte de los europeos. Con su magia hipnótica, generación tras generación, gana terreno, hasta convertirse, en síntesis musical y cultural del pueblo colombiano, precisamente por el mestizaje triétnico de donde se deriva.

Hacían sus fiestas y bailes extraños periódicamente con las primeras cosechas de maíz, invitaban sus vecinos para festejar la primera cosecha y tomar chicha. En las velaciones aborígenes se cantaba alrededor del difunto los hechos sobresalientes de su vida. El alumbrado indígena o luces encendidas, servía de esplendor en los velorios o cantos fúnebres, que al decir de los cronistas españoles, era una música fea y parecía traída del infierno. 

En la Colonia, indios y negros gozaban de las mismas condiciones de vida, ya que ambas razas estaban sometidos al yugo de los españoles; quienes les impusieron el idioma, donde debían vivir, qué hacer, cómo vestirse y como divertirse. Indígenas y africanos se fueron identificando en varios aspectos: música, canto y baile.

En 1525, Rodrigo de Bastidas tenía veinticinco africanos laborando para él en Santa Marta. En 1533, el Rey de España, autorizó al Licenciado Tobes, Obispo de la Diócesis de Santa Marta y a otros españoles, para que cada uno de ellos, entrara a la provincia dos esclavos para su servicio, sin tener que pagar derechos. En 1535, el monarca español, autorizó al Gobernador de la Provincia de Santa Marta, Pedro Fernández de Lugo, el traslado a esa ciudad de cien esclavos negros, libres de derechos. 

Desde los primeros días del asentamiento español, los esclavos negros que los acompañaban buscaron la forma de escaparse a las montañas. Según el cronista Fray Pedro Simón, en 1529 ya existía un palenque llamado La Ramada, en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde se habían refugiado varios fugitivos. El hecho más sobresaliente ocurrió en 1530, cuando una rebelión de esclavos destruyó la ciudad de Santa Marta. En 1540, muchos negros andaban por las montañas causando daños a los indígenas. Se tiene por cierto que a finales del siglo XVI, había comunidades de cimarrones en la Provincia de Santa Marta. En 1631, se tenía indicios de la existencia de un palenque en la ribera del Río Magdalena. 

Es cierto que desde el siglo XVI, se inicia la fusión triétnica musical, queda evidente en lo manifestado por Antonio Caballero Villa, en el ensayo “Tres Culturas en el Carnaval de Barranquilla”, cuando se refiere a la llegada de pliegos de coplas desde España: “Según Flérid de Nolasco, en 1597 se remitieron de Sevilla a Santo Domingo dos mil pliegos de coplas que se extenderían por el territorio americano para plantar una tradición que todavía hoy conserva, sobre todo en los sectores rurales, toda su fuerza primigenia. Compuestas conforme a la versificación clásica española de cuartetas octosílabas, Iibres en el primero y en el tercer verso, y con rima en el segundo y cuarto, su estructura original aún subsiste”. 

Durante el siglo XVI, la iglesia utilizó la música religiosa para cambiar la ideología de los aborígenes, cuyo mayor exponente era el Maestro de Capilla, que oficiaba de educador, interprete y compositor. Los primeros instrumentos musicales introducido por los españoles al nuevo continente fueron: Corneta, Tambor de Guerra, Vihuela, Guitarra. Fue la iglesia quien propició el ingreso de los instrumentos musicales europeos, que más tarde aprendieron a tocar y fabricar los aborígenes. España tuvo su influjo musical, a nivel religioso y popular, hasta finales del siglo XVIII. 

Los conquistadores y colonizadores españoles del siglo XVI, llevaron consigo al nuevo continente, canciones y bailes populares de sus regiones de origen: Andalucía, Castilla, Galicia, Portugal y Aragón. Así se extendió por la geografía del Departamento del Magdalena, diversidad de tradiciones culturales peninsulares, que no tardó en entrar en contacto con las tradiciones indígenas y africanas. Los soldados cantaban canciones para darse valor en su empresa militar. El romance fue un género poético muy apreciado por los españoles, debido a su poder narrativo de evocación histórica que recuerda un personaje o una hazaña memorables.

En su libro Vallenatología, Consuelo Araujo Noguera, manifiesta que la canción "El Amor, Amor", es de la autoría de Francisco Moscote o "Francisco el Hombre", el mitológico acordeonero Guajiro. Mientras que Pachito Rada Ortiz, se la atribuye al acordeonero de Plato, Cristóbal Paso Batista. Mucho antes de la existencia de Francisco Moscote y de Cristóbal Paso, en la guerra de independencia, aparece que la cantaban los soldados de la Reconquista Española, comandados por Pablo Morillo en 1815. Cantaban con entusiasmo "El Amor, Amor", para derrotar las tropas patriotas del Libertador Simón Bolívar. 

Se comenta que ese "Amor, Amor", lo utilizaban los militares en España, para animar a las tropas; entonces Pablo Morillo, lo utilizó en Colombia, para reconquistar la patria. Así coreaban los soldados españoles de Pablo Morillo:

“Este es el amor, amor
el amor que me divierte
cuando me lanzó al combate
no me acuerdo de la muerte”.

Ese mensaje guerrero musical, quedó grabado en el colectivo costeño de la época, que fue la base para que los músicos de la región improvisaran más tarde:

Este es el amor, amor
el amor que me divierte
cuando estoy en las parrandas
no me acuerdo de la muerte.

RITMO CUMBIA

 Sus componentes principales son: Música, orquesta y danza; y la clave del golpe es todo al aire. El ritmo de la cumbia en sus orígenes era de corte instrumental, quiere decir sin canto. Se caracteriza por los movimientos sensuales, galantes y seductores de los bailarines. Las mujeres llevan en sus manos velas para iluminar el lugar de la cumbiamba y para mantener a los hombres a distancia. Los músicos ocupan el centro del lugar donde se baila, colocados sobre una tarima, para que puedan ser observados y escuchados de todas partes, y los bailarines danzan a su alrededor.

INSTRUMENTOS DE LA CUMBIA

 Según testimonios de cronistas, flautas de huesos de los brazos y canillas de seres humanos muertos; tambores grandes y largos, hechos de tronco de árboles gruesos con cuero de venado; cornetas y trompetas, de caracoles marinos; cañas, flautillas, canutillos y fotutos, y maracas fueron los primarios instrumentos indígenas. 

El conjunto típico o autóctono de la cumbia está conformado por una tambora, un tambor alegre, un llamador, un guache o maracas, y una flauta de millo o gaitas. El uso de las maracas y de las gaitas se circunscribe a ciertas regiones geográficas.

Sobre el particular, Antonio Caballero Villa, en el ensayo Tres Culturas en el Carnaval de Barranquilla, manifiesta: “Existe suficiente consenso sobre el carácter mágico-religioso que revestía a los instrumentos musicales nativos. Cada uno trataba de imitar el sonido natural de los animales elevados al rango de deidad. Tanto el croar de la rana como el rugir del jaguar eran trasplantados al orificio de los aerófonos que respondían al soplido del intérprete. Con el nominativo común de fotuto, la trompeta aborigen prolífera en multitud de formas y materiales. Unas veces pequeña, otras veces enorme, el cuerpo de los fotutos podía ser un simple caracol marino, un cuerno de venado, un trozo de calabaza, o también un más elaborado instrumento de arcilla o de metal. De cualquier manera, su grito agudo era de mucha utilidad para llamar a distancia y hacer oír los recados importantes de la tribu”. 

LEYENDA VALLENATA

 De la cumbia y las cumbiambas que existieron en la ribera oriental del Rio Magdalena, y que existieron en casi todo el Departamento del Magdalena, se originan los ritmos de la música vallenata. Con razón el investigador Tomas Darío Gutiérrez Hinojosa, manifiesta: “Que es lo mismo decir cumbia, merengue o cumbiamba, ya que el merengue, la cumbia o la cumbiamba estuvieron constituidos por una ceremonia festiva de rancia estirpe popular donde gaiteros, tamboreros y guacharaqueros se situaban en un lugar adecuado para que los asistentes bailaran a sus alrededores; lo curioso es que fue aquí donde parece haberse pactado la actual trifonía vallenata o, más bien, en donde la trifonía existente desde los tiempos precolombinos, en manos de los Chimilas, reemplazó al carrizo por el acordeón ……….Aparte de esto se ha constatado la existencia, en tiempos pasados, de un especial genero cantoril llamado merengue, antecesor del actual y que prevaleció en manos de los cantores solistas de nuestros caminos y veredas que siempre entonaron hermosamente, décimas, sones, merengues y cantos de gaita y vaquería.”


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